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miércoles, 29 de abril de 2015

ANÁLISIS DE LAS ESTRUCTURAS POLÍTICAS

Aportación creyente al compromiso con la ciudadanía


Donde se decide la organización de la vida pública es en las estructuras e instituciones políticas; en consecuencia, los cristianos deben comprometerse en la vida pública, teniendo en cuenta que es un compromiso difícil y con riesgos, en el que nunca deben perder su propia identidad. Pero no es posible tal compromiso sin conocer adecuadamente las estructuras políticas. De ahí que voy a exponer brevemente los distintos significados de política, los regímenes políticos, la democracia y los partidos políticos.
I
En los medios de comunicación y en las conversaciones de la vida cotidiana oímos muchas veces expresiones en las que aparece la palabra política: la vida política nacional, la política económica, los partidos políticos, abandonar la política, la politización del deporte, tener una actitud política, etc… Enseguida nos damos cuenta de que el término política se emplea con distintos significados. Etimológicamente tiene su origen en la palabra griega polis, que significaba ciudad. Las antiguas ciudades griegas eran ciudades-estados y, en consecuencia, la política es todo lo que haga referencia a la vida en la ciudad, o sea, a la vida social. Dentro de esta concepción genérica de la política existen unos sentidos más específicos que expresan distintas dimensiones de la política, como, por ejemplo: la política como forma de ejercer el poder, gobernando la sociedad y dirigiendo un Estado; la política como forma de presión sobre quienes gobiernan, a través de la difusión teórica y práctica de determinadas ideologías; la política como militancia en algunos de los partidos que luchan por conquistar el poder e implantar un determinado modelo sociedad. Es decir, que la política abarca el conjunto de la vida social, pero centrándose en dos dimensiones: una más personal y subjetiva (el comportamiento político), y otra más social y objetiva (las estructuras políticas).
II
Una de las dimensiones más específicas de la política es la estructura y funcionamiento del poder. A lo largo de la historia se han producido distintas formas de legitimar y ejercer el poder. Ateniéndonos al presente, podemos agrupar los distintos regímenes en torno a tres modelos: el totalitarismo, el autoritarismo o dictadura y la democracia. Los regímenes fascistas y comunistas de los siglos XX y XXI pertenecen al modelo totalitario. Las llamadas democracias orgánicas (régimen franquista y algunas dictaduras de países latinoamericanos y afroasiáticos) son, con distintos grados, formas autoritarias de gobierno. Los regímenes democráticos nunca alcanzan el verdadero ideal democrático y, desgraciadamente, en algunas ocasiones, caen en defectos típicos de los autoritarismos y los totalitarismos.
III
Los conflictos son inevitables en toda sociedad de hombres libres, pues los intereses de unas personas y grupos chocan con los de otras personas y otros grupos. Los antagonismos generan el avance de la historia, pero también pueden convertirse en fuerzas destructoras. Para regular los conflictos se han empleado, y se siguen empleando, desgraciadamente, dos formas de violencia: la física (guerras) y la estructural (dictaduras). La democracia es, por tanto, la única forma pacífica de regular los conflictos sociales. Para que un régimen político merezca ser llamado democracia debe sustentarse sobre los siguientes pilares fundamentales:
- Reconocimiento efectivo de la soberanía popular, es decir, de que el poder se legitima en la voluntad mayoritaria del pueblo, expresada en un sistema de elecciones libres.
- Libertad real para difundir y conocer todas las opiniones, ideas y creencias.
- Existencia de alternativas a la fuerza política que ejerce el poder en cada momento concreto.
- Separación de los tres poderes del Estado: legislativo, ejecutivo y judicial. Y
- Cumplimiento efectivo de los derechos humanos fundamentales.
Hemos de tener en cuenta que la democracia se construye con demócratas. Por tanto, un régimen democrático se sustenta sobre una sociedad de mujeres y hombres que han asumido, de forma personal, los principios de libertad, tolerancia, igualdad y solidaridad.
IV
La democracia, aunque no necesariamente, necesita los partidos políticos en cuanto medios para canalizar las distintas opciones políticas que pretenden acceder al poder. Por otra parte, los partidos políticos sólo pueden desarrollarse adecuadamente en el seno de un régimen democrático. 
Los partidos políticos son agrupaciones de personas que se unen en torno a unos objetivos e intereses sociales y, para llevarlos a la práctica, intentan conseguir la adhesión del mayor número posible de ciudadanos y la conquista democrática del poder. La diferencia entre los partidos políticos y otros grupos de presión (económicos, culturales, religiosos…) está en que los partidos buscan el acceso al poder para gobernar, y los grupos de presión sólo intentan influir en quienes gobiernan. 
Pero conviene distinguir dos aspectos en los partidos políticos: la organización interna y la ideología. Según su organización interna, se distinguen tres clases:
- Partidos de cuadros. Están formados por pocos miembros, pero muy influyentes. Se desarrollaron sobre todo en épocas en que sólo tenían derecho al voto quienes poseían un determinado poder económico y social. Ese sufragio se llama censitario.
- Partidos de masas. Surgen cuando el derecho al voto se extiende a todos los ciudadanos mayores de edad (sufragio universal). Tienen una organización y estructura más rígida que los partidos de cuadros. Su ideología está también más definida. Su financiación se sustenta, en parte, por la cuota que pagan los militantes, aunque cuentan con importantes subvenciones estatales. Tienen gran dinamismo y su actividad no se limita a las campañas electorales.
- Partidos de fieles. En los momentos de crisis de militancia, los partidos de masas reducen su número de afiliados y se convierten en partidos de fieles. Estos partidos se sustentan sobre la fidelidad basada en tradiciones familiares de un determinado número de afiliados.
En cambio, según la ideología –hay que tener en cuenta que durante los siglos XIX y XX existía una clara definición de loas ideologías políticas de izquierdas y de derechas-, todos los posibles partidos, aún los llamados de centro, se alinean así:
- Los de izquierdas, que tiene como objetivo cambiar el sistema libre de mercado (capitalismo) por el sistema de planificación centralizada (socialismo real). La extrema izquierda pretende conseguir este objetivo por medio de la revolución. La izquierda reformista persigue el mismo objetivo a través de métodos democráticos y respetando las libertades públicas.
- Los de derechas, que tienen como objetivo conservar el sistema capitalista. La extrema derecha se propone este objetivo a través de la implantación de un régimen absolutista. La derecha moderada pretende conservar el capitalismo dentro de un régimen democrático.
Hay que tener en cuenta que, en las últimas décadas han tenido lugar importantes acontecimientos históricos y políticos que han cambiado, de forma significativa, el cuadro de ideologías de derechas e izquierdas, generándose una integración de los partidos comunistas en los regímenes democráticos de occidente. Y, lo que es más importante, se ha producido una nueva situación política internacional y, concretamente, europea.
V
Ante lo expuesto, la Iglesia siempre ha exhortado a los cristianos a participar en la vida pública, sin inhibiciones de la vida social. Participación que debe estar guiada por los siguientes principios básicos:
- Inspirarse en el seguimiento de Jesucristo y en el estilo de vida propuesto en las Bienaventuranzas y en el llamado Sermón de la Montaña. No se trata de imponer por la fuerza la concepción cristiana de la vida, sino respetar las distintas opciones y propuestas que existan en la sociedad, aunque sin dejar de criticar y oponerse, con espíritu evangélico, a cuanto vaya contra los valores básicos de la persona.
- Colaborar con las personas e instituciones que pretenden regir legítimamente la sociedad humana, pero manteniendo la libertad evangélica para denunciar las personas y estructuras que utilicen medios o formas injustas de gobierno.


Alfonso Gil González

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