Desde mi celda doméstica
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viernes, 8 de mayo de 2015

LA VOZ


La voz


(Homenaje a Paco Alfonso)


Aunque la Virgen de las Maravillas se sabe de memoria tus canciones, tú, cantor y poeta empedernido, te has ido, por Ella invitado, a cantarlas con el coro de los ángeles, no fiándote de que ellos, dulces cantores, puedan tener tu grave y profunda voz de bajo incomparable. 
Estoy seguro que allí estás en tu salsa, oh Paco Alfonso. Motivos de inspiración y, más, de contemplación no te van a faltar. Todo tu ser quedará absorto en el Ser del que hablábamos, a la orilla del Argos, en las largas tardes de estío, paseando junto a las higueras y chumbos de pala, tras la opípara comida en el Molino de los Franco, en compañía de los amigos y de los pájaros cantores, cuyas voces suavizábamos para que tu voz, siempre en clave de fa, resonara por aquellos ámbitos a los que, a veces, se unían las campanas de La Magdalena,
Ya no recitarás la venganza de don Mendo, tú, consciente como eras de que solo el Verbo merece aclamarse. No vendrás a nuestra casa a escuchar oratorios bachianos, ahora que tienes a Bach dirigiendo el eterno Oratorio a la Trinidad inefable y viendo que te arrimas a los de tu cuerda, admirados de que sepas, por lo menos, la mitad que ellos saben. Me dicen de tu coro ceheginero que ya no te verán, que no llegarás tarde por tus desvelos de panadero responsable. 
Nos has dejado a todos como huérfanos. Que se lo digan, si no, a Juan el bicicletas. Cuando bajemos a la higuera del Molino, y tú no estés, y Pedro intente contar tus anécdotas, y tú no estés, y Antonio rasgar hispana cítara, y tú no estés, y tu Casilda decir que ya no me meteré contigo, y tú no estés… De verdad, ¿no estarás? Sí que estarás. Y ahora más que nunca. Tu voz la llevamos muy adentro. Y tu voz resonará bajo la sombra de la higuera. Resonará en el coro conventual. Resonará en la casa de la música cuando tu Coro se junte. Resonará en tu casa y resonará en la calle. Resonará en todas partes. Porque tu voz, tu voz grave y solemne, no era más que la tuba de la resurrección, llamándonos a todos al inaudito ensayo del eterno Concierto.

Alfonso Gil González

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