Desde mi celda doméstica
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lunes, 15 de junio de 2015

LÁMINA Y MENSAJE (11)



Ante el rey Herodes


Tras ser interrogado por Pilatos, Jesús fue conducido ante el rey Herodes, asesino de Juan el Bautista. Curiosamente, esta visita de Cristo sirve para que ambos –Pilatos y Herodes- restablezcan sus relaciones amistosas, basadas en no sabemos qué.
Pero Jesús, en esta ocasión, no pronunció palabra alguna. De tal modo, que Herodes lo despreció como a un loco y le hizo vestirse de la ropa propia de los enfermos mentales. Ninguna palabra de ningún rey de la tierra vale lo que el silencio de Dios. Un silencio elocuente, taxativo. Sólo puede escuchar a Dios quien realmente lo ansía. Si Él es la “Palabra”, ¿a qué tanta palabrería nuestra?


Alfonso Gil González
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