Desde mi celda doméstica
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lunes, 22 de junio de 2015

LÁMINA Y MENSAJE (42)



Crucificado entre malhechores


Jesús no sólo asumió la vida de los marginados de este mundo, naciendo pobre, viviendo pobre y no teniendo donde reclinar la cabeza, sino que asumió la muerte de los más marginados, de los malhechores. Murió, en cuanto a la ley judía, como un blasfemo y transgresor; y, en cuanto a la ley romana, como uno de los más viles asesinos.
La paradoja que supone Jesús para el mundo es la que asume el cristiano desde su bautismo. No es fácil y, desde luego, resultaría imposible, si el mismo Jesús no nos fortaleciera con su Espíritu.


Alfonso Gil González
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