Desde mi celda doméstica
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sábado, 27 de junio de 2015

LÁMINA Y MENSAJE (61)



El endemoniado de Genesaret


Narran los evangelistas varios casos de curación de endemoniados.
Tener un demonio, en aquel tiempo, era tener alguna enfermedad, pues se creía que ésta procedía del pecado y, en último término, del demonio. Especialmente, las enfermedades mentales.
Hoy hemos superado esa ignorancia sobre las causas de la enfermedad.
Decía el Señor que algunos espíritus malignos no pueden ser expulsados sino con la oración y el ayuno. Y, ¿para qué nos vamos a engañar? Hay gente que tiene malos sentimientos, ideas perversas, acciones deplorables… Y, desde luego, eso no puede proceder de Dios. Pero, ¿rezamos lo suficiente por ellos? ¿No será que el demonio, por decirlo de alguna manera, nos tiene engañados a unos y a otros? 
Hagamos caso a Jesús: oremos más, sacrifiquémonos más por los otros, amemos más. ¡Y voy a ver si empiezo yo a dar ejemplo!

Alfonso Gil González
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