Desde mi celda doméstica
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lunes, 27 de julio de 2015

CONCIERTOS ALFONSINOS N. 1



Concierto para piano n.1 de F. Mendelssohn


He aquí uno de los conciertos de los que se ha dicho que tiene más notas que música. ¡Pobre oyente! Posiblemente, lo único que conozca de Mendelssohn sea su archifamosa “marcha nupcial”. Lo cierto es que este concierto para piano está lleno de virtuosismo. Es un ejemplo de belleza clásica, si tenemos en cuenta el rigor de su construcción. Encantador diálogo entre piano y orquesta en sus tres consabidos movimientos. Además, es de esas obras que, por buenas, si breves, dos veces buenas. Dura escasamente 22 minutos.
Mendelssohn, cuyo nombre completo es Jacob Ludwig Felix Mendelssohn Bartholdy, era un judío converso al protestantismo, que había nacido en Hamburgo (Alemania) el 3 de febrero de 1809. Por cierto, tiene una sinfonía titulada “Reforma” que hace honor a su nueva fe cristiana. Contemporáneo de Liszt, Wagner y Berlioz, no se deja ganar por ninguno en su popular romanticismo. Su obra, de la que este concierto el la op.25, es importantísima en cantidad y calidad. Es uno de los compositores que se permitían el lujo de escribir por amor al arte, y nunca mejor dicho, pues, procedente de familia rica, no precisaba de la música para sobrevivir. Quizá, por ello, su música sea tan deliciosa.
En esta ocasión, la orquesta que contemplaban mis ojos y escuchaban mis oídos era la de Gewandhaus de Leipzig, al frente de la cual estaba Kurt  Masur, hombre con poco cabello, y éste y la barba casi  níveos. Director alemán, nacido en 1927, que, en un principio, estaba de parte de la Alemania del Este, pero, tras ver cómo se perseguía a un músico callejero, precisamente en Leipzig, abandonó sus principios socialistas. Tiene la costumbre de dirigir sin batuta, cual si se tratara de una masa coral, y lo hace muy bien.
Por otra parte, el solista del concierto, Peter Rosel, es otro músico alemán, nacido en Dresde en 1945. Pianista desde los 6 años de edad, realiza sus intervenciones en casi todos los grandes festivales del mundo, y con las más insignes orquestas, utilizando un flamante instrumento de la prestigiosa casa Steinway & Sons. Por tanto, en realidad, este es un concierto netamente germánico. La sala del concierto, nada especial, si se tiene en cuenta que, a medida de su grandiosa música, Alemania cuenta con Auditorios parejos al arte espiritual por excelencia. Estamos todavía, en este sentido también, lejos de Europa.

Alfonso Gil González

He aquí un ejemplo de este bello Concierto, aunque con distintos intérpretes


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