Desde mi celda doméstica
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jueves, 24 de septiembre de 2015

LÁMINA Y MENSAJE (119)

Las Bienaventuranzas


Las Bienaventuranzas son parte del “sermón de la montaña” que nos narra el evangelista Mateo. Es como el programa o resumen del ideal cristiano, de la vida cristiana: los pobres en el espíritu, los mansos, los que sufren, los que han hambre y sed de justicia, los misericordiosos, los limpios de corazón, los pacíficos, los que padecen persecución… no son distintos grupos humanos, sino la configuración de lo que debe ser un seguidor de Cristo, es decir, un auténtico hombre, esté o no bautizado. O digámoslo de otro modo: ¿Qué se puede pedir del soberbio, del aplastador, del libertino, del injusto, del fanático e inmisericorde, del sucio de pensamiento, del violento, del perseguidor?
Por eso las Bienaventuranzas, es decir, las que hacen feliz al hombre, son tan duras de pelar.

Alfonso Gil González
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