Viaje interior
La antigua Orquesta Ciudad de Barcelona quedaba convertida en la Orquesta Sinfónica de Barcelona Nacional de Cataluña. Era octubre de 1994 cuando salía esta noticia. ¡Y ya ha llovido! Y celebraba su 50 aniversario.
El Ballet de Zaragoza, a las órdenes de Ros Marbá era "emoción en movimiento".
Walter Weller era, por entonces, una de las batutas que sobresalían en Europa, y dirigió a la Orquesta Nacional de España con la Quinta de Beethoven.
En el Palau de la Música de Barcelona, daba recitales la soprano Kathleen Battle.
Se editaba un CD con obras para piano de Franz Liszt: Concierto n. 1, Sonetos de Petrarca, Balada n. 2, Vals obligado y Juegos de agua en la Villa del Este.
Lógicamente, Liszt era estudiado, junto con Wagner, "bajo el signo romántico" de Gian Paolo Minardi, al tiempo que Giorgio Pestelli escribía sobre "los peregrinajes" del primero.
Documentalmente, se hacía un trabajo reflexivo acerca de un pianista excepcional, el chileno Claudio Arrau, de gran tensión interior, con conocimiento y disciplina, interpretando por entonces a Chopin, Liszt y Grieg.
También salía en las páginas especializadas el pianista y compositor Michael Nyman, acusado de hacer música comercial, pero aclamado por la gran mayoría porque despertaba pasiones, decía Juan Antonio Llorente. "Él y su música se han convertido en estandarte de una nueva generación".
Se celebraba el 150 aniversario del nacimiento de Rimsky-Korsakov, maestro de Stravinsky y Prokofiev. Y se recomendaba su discografía.
En palabras de Rolando Zegna, John Eliot Gardiner era elcabalero de la música, un inglés revolucionario en su forma de dirigir, gran intérprete de Monteverdi.
Y el mundo de la música, en 1994, estaba centrado en el Festival de Salzburgo, nacido en 1920 y símbolo de la reconciliación de la Europa de postguerra.
Alfonso Gil González
Arrau y el Concierto n. 1 de Liszt
Arrau tocando el Soneto de Petrarca n. 123 de Liszt
Balada n. 2 de Liszt en las manos de Arrau
Juegos de agua en la Villa del Este, con Arrau
