Desde mi celda doméstica
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viernes, 9 de octubre de 2015

FLORECILLAS ALFONSINAS (Capítulo Octogesimonono)

Capítulo LXXXIX


La muerte de Roger

Agosto de 2005 se abría trabajando mi padre Alfonso en una exposición sencilla y clara de la Historia de la Iglesia, que fueran asimilable fácilmente por todos. Cada semana la fue mostrando al grupo de oración y de estudio y, con el tiempo, hasta el párroco se la pediría para la preparación de los fieles y catequistas.
El 16, estando sentado en una terraza de la Gran Vía, con su esposa y algunos amigos, presenció la pelea de unos jóvenes búlgaros, a consecuencia de la cual tuvo que venir la ambulancia y la policía. No le dio tiempo a separarlos y tampoco creyó que la cosa iría a peor, pero, a partir de ese momento, pensó que la presencia de esos jóvenes en el pueblo no sería beneficiosa. Desgraciadamente, el tiempo le dio la razón.
Lo que no podía imaginar papá es que, ese mismo día, 16, sería asesinado en Taizé (Francia) el Hermano Roger, de 90 años, apuñalado en plena Oración por una loca rumana de 36 años. Apuntaría en su diario del 18: Señor, lo tuyo va teniendo poco atractivo en esta generación perversa.
Asistiría, el 20, a la boda de unos amigos en la parroquia de San Antonio de Padua, en Cehegín, y participaría del banquete posterior en el restaurante El portón de la condesa, a las afueras de Molina de Segura.
Hay en su diario del 24 una oración dramática: Me gustaría, Señor, saber que te enteras de mi situación. Mis sueños de juventud, impensables sin ponerlos a tu servicio, siento que se desvanecen conmigo, con mis años, con tantos años sin haberte amado, Señor, como Tú hubieras querido. Ten compasión de mi, pero no dejes que tu proyecto sobre mi vida se trueque en nada, en vacío.
Ese fin de semana, asistiría en Pliego al Pregón de fiestas, dado por su amigo Manuel Gea Rovira. Después fue invitado por la alcaldesa a la cena homenaje al Pregonero. Y, el 29, deja escrito: Ya que tus caminos, Señor, no son nuestros caminos, haz que los nuestros se adecuen a los tuyos.
El primer fin de semana de septiembre se le presentaron compromisos varios. Por un lado, la boda de un hijo del tesorero de la Semana Santa, Rufino Ruiz Cuadrado, con ceremonia religiosa en el Convento y comida en el restaurante La Fama de Cehegín. Por otro, el Pregón de Fiestas, en la sala Camelot, a cargo de Antonio de la Ossa Martínez. Por último, la presentación del V Festival de bandas de Música. A estas fiestas septembrinas y maravillenses vino a cantar el veterano Dúo Dinámico.
El 11, escribe papá: Hoy, Señor es un día extraño, y Tú sabes por qué. Y, el 16, es invitado a la lección inagural del Instituto “Alquipir”, que daría Abraham Ruiz Jiménez, amigo suyo y cronista oficial del Ayuntamiento de Cehegín. Éste le había regalado un libreto suyo, reeditado en facsímil, sobre un cura de entre los mártires de la Guerra Civil.
El 22 lo inicia así papá: Un día cualquiera, pero no sin importancia, pues todo se halla en Ti.
Octubre va unido a San Francisco de Asís en la vida de mi padre. Solía participar en su Novenario, celebrado en el convento franciscano de Cehegín, y cantar las llagas con su hermosa voz de barítono. Pero, también, era el mes de reiniciar sus charlas, su oración de grupo, sus ensayos con el coro, sus catequesis prebautismales, etc… El 8, se inauguraba el Palacio de las Ciencias y las Artes de Valencia, y la reina Sofía presidía, igualmente, el Concierto dado a tal fin por la Orquesta y Coro de la Comunidad Valenciana, dirigidos por Lorin Maazel. Mi padre lo grabaría en vídeo.
Pocos días después, el 11, asistía en la sala cultural de Cajamurcia al recital del Dúo Piantur, interpretado por Antonio Agustín González Hidalgo (piano) y Luis Giménez Corbalán (instrumentos de púa), ambos cehegineros, con obras de Gervasio, Halffter, Lecuona, Monsalvatge, Amador, Beethoven, Chamorro y Albéniz. El pianista González Hidalgo se casaría pronto, el 15, en San Pedro del Pinatar, pueblo natal de su novia Maria Carmen Campillo. La ceremonia religiosa fue en la parroquial local, y el convite en el restaurante Montepiedra Playa, sito en la Dehesa de Campoamor. Mi padre le cantó juntamente con miembros del Coro Discantus de Murcia.
Octubre finalizaba con el nacimiento de la primogénita de los Príncipes de Asturias, hoy Princesa Leonor, al subir sus padres al trono de España.


Viaje a Granada

Los días 5 y 6 de noviembre estuvo con el Coro en Granada. Se hospedaron en el Hotel San Antón. Visitó la cripta de Fray Leopoldo de Alpandeire, hoy beatificado, y la catedral con su sacristía y museo, que costaba 3 euros. Pero asistió a Misa en la iglesia de las Clarisas de San Antón. Como ya conocía la Alhambra, mientras los demás marchaban a verla, él paseó por Granada. Se percató de que en la Sede MATER CHRISTI, de la calle Cisne, se estaba dando un ciclo de conferencias. Y anotó la frase, impresa en la propaganda, del Papa Benedicto XVI: ¡No tengáis miedo de Cristo! Él no quita nada, y lo da todo. Quien se da a él, recibe el ciento por uno. Sí, abrid de par en par las puertas a Cristo, y encontraréis la verdadera vida.
En la mañana del día 8, asiste a la inauguración, en Murcia, del Curso Académico 2005/06 de la Universidad Católica de San Antonio (UCAM). Allí volvería, al día siguiente, para la inauguración del I Congreso Eucarístico Internacional Universitario. Hubo cardenales, arzobispos, obispos y sacerdotes, y más de ochocientos congresistas. A la mañana siguiente, asiste a la Misa presidida por el cardenal Rouco Varela, y a la conferencia que éste impartió. De vuelta a Cehegín, asiste en Caravaca, en la iglesia del Salvador, a la charla dada por el arzobispo general castrense sobre Eucaristía y Misión. Después, este arzobispo, amigo de mi madre cuando era cura en Madrid, fue designado arzobispo de Pamplona. El 11,volvería a Caravaca, a la charla que daría el carmelita Jesús Castellanos sobre Palabra y Eucaristía.
El 23, hace las gestiones para cambiar de coche en la casa NISSAN. Entregó la furgoneta “Serena”, matrícula M-0545-PG, y le entregaron un “Máxima” de segunda mano, en perfecto estado, matrícula MU-5295-CK, por doce mil euros. Como le dijeron que con él podría hacer hasta un millón de kilómetros, calculó mi padre que ese sería su último coche.
El 26, asiste en la iglesia de Santa María Magdalena, parroquia primera y principal de Cehegín, a la Misa y traslado con inhumación, de los restos del mártir ceheginero Esteban Zarco que, desde entonces, reposan al pie del presbiterio del citado templo.
Diciembre de 2005 se abría con la boda del presidente de la cofradía de la Virgen del Primer Dolor, a la que asistió papá y otros presidentes de cofradías. La ceremonia religiosa fue en la iglesia conventual franciscana, y el convite en el restaurante La Muleta. Pero, por la tarde, presentó el Concierto de Santa Cecilia, dado por la Sociedad Musical de Cehegín, en la Casa de la Cultura. Después, hubo cena en el restaurante Bar Sol, asistiendo también mi madre, el alcalde y algunos concejales.
Se produjo, por este tiempo, una tragedia que, de algún modo, le afectaba especialmente. Un sobrino de un cuñado suyo se había suicidado en Cataluña, tras dar muerte a su novia, en un ataque de arrebato, cuando ésta le dijo que había malogrado al hijo de ambos que llevaba en su seno. Días más tarde, se les haría un funeral en el iglesia del Convento.
El 10, en Bullas, asistía a la presentación de un CD de una de las Bandas de Música. Y, el 17, en la citada iglesia conventual, hubo un encuentro coral entre el coro dirigido por el padre Alfonso y la Coral Jumillana Canticorum. Sonaron los Villancicos y, luegos, ambos conjuntos vocales tuvieron una cena fraterna en el restaurante La Muleta. Al día siguiente, escribiría una carta de adhesión a la propuesta de hacer hija adoptiva de Cehegín a Sor Concepción Martín Rodríguez, Hija de la Caridad con residencia en el Hospital de la Real Piedad del mismo pueblo.
Mes y año se iba cerrando con la visita a Alcantarilla, en cuya iglesia parroquial de San Pedro se celebraría la festividad de san Juan Evangelista, con Misa, cantada por una soprano, y entrega de diplomas acreditativos a los niños y niñas que empezaban a formar parte de la cofradía sanjuanista de aquella población. Después, cena estupenda en un restaurante próximo.
Y, tras la cena de Nochevieja, celebrada en casa, acompañados de la familia Franco Gil, papá cierra su diario de 2005 con estas palabras: ¡Gracias, Señor, por este año que se va! Que sepa agradecer con mi vida el nuevo Año que nos regalas. Ya sabes que vivo una situación imprevista en mis tiempos de infancia. Pero sólo Tú sabes por dónde caminan, y por qué, mis pasos. ¡Que sigan los tuyos!

En alabanza de Cristo. Amén.

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