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miércoles, 20 de enero de 2016

MIS APUNTES PATRIOS (VI)

LA ESPAÑA INVADIDA Y RECONQUISTADA


Sin dejar de ser católica, España sufre, en el 711, la invasión mahometana a través del Estrecho de Gibraltar,  estimulada por el gobernador de Ceuta, el conde Don Julián y el apoyo de los judíos españoles. De poco sirvió la intervención de Teodorico, general visigodo, ni del rey Don Rodrigo, pues, a orillas del Guadalete, el obispo Opas se pasó al enemigo y el rey fue derrotado.
Tarik y Muza unieron sus tropas y, en dos años, se apoderaron de nuestro suelo, permaneciendo en él los árabes durante ocho siglos. El jefe supremo era el Califa de Damasco, que gobernaba por medio de emires que, posteriormente, se independizaron del califato damasquesano. Fue el triunfo de los Abderramanes. Poco a poco, se separaron unos de otros y se formaron los reinos de taifas.
Los árabes enriquecieron la cultura hispana con sus numerosas escuelas y tesoros de ciencia: filosofía, matemáticas, medicina… De hecho, a ellos se debe, por ejemplo, la farmacia y el sistema de numeración decimal. Entre otras muchas obras arquitectónicas, cabe destacar la Mezquita de Córdoba o la Alhambra de Granada. También la agricultura, industria y comercio experimentaron notables progresos, de los que cristianos, judíos y árabes podían beneficiarse.
Pero, casi a la par de la progresiva invasión, se fue gestando la reconquista católica de España. Desde Pelayo, en Asturias, hasta Cataluña, pasando por los reinos de Navarra y Aragón, se fue ganando terreno a los árabes, cuya derrota era más fácil al estar, como digo arriba, divididos en reinos de taifas. Al tiempo, fueron surgiendo otros reinos en España, como el de León y Castilla, antes simples condados. El astur Alfonso III y el navarro Sancho III fueron los artífices de estos dos nuevos reinos.
Como los demás reinos, Aragón fue condado en un principio, siendo Ramiro I su primer rey, al que sucedió Alfonso I el Batallador, llamado así por sus expediciones a Valencia, Murcia y Andalucía para reclutar cristianos. Al morir sin hijos, los aragoneses eligieron a Ramiro II el Monje. Cataluña nació, también, como condado francés, pero el conde Wifredo el Velloso lo independizó. El casamiento de Ramón Berenguer IV con Doña Petronila, heredera de Aragón, hizo que ambos reinos se fusionaran, siendo su primer rey el hijo de ambos, es decir, Alfonso II. 
De entre todos los reyes españoles de esta época medieval, cabe destacar la figura de Fernando III el Santo, y de su hijo Alfonso X el Sabio. El primero, además de santo, destacó como gobernante y reconquistador; el segundo, por su amor a la ciencia y a las letras, no habiendo rama del saber que ignorara, pues supo rodearse de sabios. De él escribió Menéndez Pelayo que “gracias al impulso de este rey, la lengua castellana nació adulta, casi perfecta”.
Pero hay que destacar, de entre los reyes de Aragón, la figura de Jaime I el Conquistador, que supo dar a su reino una orientación europea y mediterránea. Nuestro siglo XIII en gran medida es suyo. Al morir dejó los reinos de Aragón, Valencia y Cataluña a su hijo Pedro III el Grande. Casado éste con la hija del rey de Sicilia, ésta pasó a poder de la corona de Aragón. Su hermano, Jaime II el Justo, devolvió Sicilia al Papa y, en compañía de aragoneses y catalanes, marchó al Oriente para ayudar al emperador cristiano Andrónico, amenazado por los turcos. Estas tropas almogávares, de regreso a España, se apoderaron de Atenas y la unieron a la corona de Aragón.
Con Alfonso V, se conquista definitivamente Nápoles, que pasa a la corona de España. Hombre generoso, amantes de las letras y de las bellas artes, dejó el reino de Nápoles a su hijo Fernando, y Aragón, Valencia, Cataluña, Baleares, Cerdeña y Sicilia a su hermano Juan II. De él nació el rey Fernando el Católico, que casaría con Isabel I de Castilla.

Alfonso Gil González

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