Desde mi celda doméstica
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lunes, 1 de febrero de 2016

AMADEUS - 48


Conciertos vieneses

En los primeros días de 1997, el barítono ruso Hvorostovsky cantaba Lieder en el Teatro de la Zarzuela de Madrid.
Riccardo Mutti dirigía en Sevilla a la Filarmónica de la Scala de Milán.
El CD del mes de enero nos traía los "Conciertos vieneses" de Mozart, es decir, el K. 482 en Mi bemol mayor, n. 22, y el K. 488, en La mayor, n. 23. Ello daba pie a que Carlo Delfrati escribiera del "nacimiento del tema" como un regalo de la edad clásica, o de la prosa musical al tema genérico y al tema personal. Era, dice, una época feliz.
Igualmente, se escribía sobre los Conciertos de Piano de Mozart en Viena. Con este motivo, dos personajes eran estudiados: el propio Mozart y el emperador José II.
Se le hacía una entrevista a Claudio Abbado, que había renovado con la Filarmónica de Berlín hasta el 2002. No viviría muchos más años. Y, naturalmente, sobre el pianista Rudolf Serkin, que tantas veces tocó dirigiendo Abbado.
Se hablaba por ese año de la soprano Sylvia McNair, la que para algunos era la mejor del mundo. Y es que, ciertamente, poseía una de las voces más puras y era admirada por la agilidad casi instrumental que exhibía en sus actuaciones.
Jóvenes intérpretes de los cinco continentes viajaban a Austria, que les ofrecía algo mucho más grande que la técnica musical o que su extensa actividad concertística: respirar el mismo aire que respiraron Mozart, Beethoven, Schubert o los Strauss, escribía Berna Harbour.
Y se hablaba, también, del compositor italiano Mascagni, que fue un personaje de gran popularidad y reflejo de su época, con ocasión del cincuentenario de su fallecimeinto. Rubens Tedeschi decía que el estilo del compositor livornés permanecerá invariable hasta el final, caracterizado por el ímpetu melódico-vocal que leva al oyente receptivo a ser transportado.
Se empezaba  a comentar la madurez de Helius Pardell, un joven tenor catalán con una voz para el futuro, según nos revela Ricardo Ruiz en una entrevista que le hizo. Estaba en manos del maestro Juan Oncina.

Alfonso Gil González
Concierto n. 22 de Mozart

Concierto n. 23 de Mozart
 
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