Desde mi celda doméstica
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viernes, 12 de febrero de 2016

AMADEUS - 51

Nostalgia


En abril -1997- voces mil: óperas, misas y cantatas.
El CD mensual publicaba las tres primeras Sonatas, en Sol mayor, en La mayor y en re menor, respectivamente. Como era el centenario de su muerte, Rafael Esteve escribía sobre la obra camerística de Brahms. Excepto la ópera, había cultivado todos los géneros musicales, sobresaileindo en la música de cámara, "sinfonías veladas", en que sintetizó la herencia de Haydn y Mozart con la expresividad y melancolía de los románticos.
Según Juan Carlos Moreno, Brahms fue un creador solitario, con una vida contradictoria: burgués y bohemio. Las principales ciudades españolas, más Hamburgo -donde nació- y Viena -donde murió- programaron conciertos brahamsianos.
También se habló, ese año, del pianista y director Daniel Barenboim, el más admirado después de Karajan.
Maribel Carracedo escribía sobre las meditaciones musicales de la muerte de Cristo, como son las Lamentaciones y Oficios de Tinieblas. Aún tengo en mi mente las vividas en el Seminario Menor franciscano de Cehegín. Se habían originado en los monasterios medievales y cobraron auge en el Barroco.
Ese 1997 nos mostraba a dos niños prodigio españoles: María Eugenia Silguero Elgorriaga, que tocaba el violonchelo con 9 años, y Diego Alonso Plaza, que tocaba el piano con 13. Ambos ya tocaban desde los 2 años de edad. Rostropovich llegó a escucharlos.

Alfonso Gil González
Sonata n. 1 de Brahms

Sonata n. 2 de Brahms

Sonata n. 3 de Brahms

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