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jueves, 18 de febrero de 2016

GRANDES TEMAS PARA ENTENDER AL HOMBRE - 18

EL APOGEO DE ASIRIA

En la segunda mitad del siglo VIII el mundo civilizado experimentó muchos cambios. En 750 el rey nubio Kashta avanzó hacia el norte y conquistó Tebas, tras lo cual los sacerdotes nubios descendientes de los sacerdotes de Amón exiliados tiempo atrás recuperaron el poder de sus antepasados.
Mientras tanto, Hesíodo escribe "Los trabajos y los días". Era un campesino beocio, y en su obra enseña la administración de una granja. Su descripción de la Grecia de su tiempo, desde el punto de vista de un hombre humilde, es desoladora, pero por estas fechas Grecia empezaba a salir de su edad oscura. Una de las zonas más prósperas a la sazón era la isla de Eubea. Llegó a tener tal exceso de población que buena parte de ella tuvo que emigrar. La ciudad de Calcis llegó a fundar en cien años hasta treinta colonias al norte del mar Egeo, en la que pasó a llamarse península Calcídica.
En el Peloponeso, la ciudad de Argos llegó a la cumbre de su poder bajo el rey Fidón. Su influencia sobrepasó la Argólida y llegó hasta el oeste, e incluso hasta algunas islas próximas.
Israel vivía un periodo de esplendor bajo Jeroboam II, mientras que Judá progresaba bajo Ozías. Sin embargo, en Judá había un conflicto interno, y era la rivalidad entre el rey y el sumo sacerdote. Desde los tiempos de David y Salomón, el sumo sacerdote había estado supeditado al rey, pero el reinado y el derrocamiento de Atalía había dado alas al clero. Joás y Amasías no consiguieron imponerse y fueron asesinados, y ahora Ozías luchaba también por reafirmar su autoridad. Hasta trató de presidir los sacrificios en el templo, pero de algún modo fracasó. La versión de la Biblia (tal vez no muy fiable) es que Ozías enfermó de lepra (por castigo divino, naturalmente), y un leproso no podía entrar en el templo. Desde 749 su hijo Jotan actuó como regente.
En 748 murió Jeroboam II y su hijo Zacarías le sucedió en el trono de Israel, pero sólo reinó medio año, tras lo cual hubo un golpe de estado al que siguieron unas semanas de conmoción. Finalmente fue hecho rey un general llamado Menajem. Era año olímpico en Grecia. Los juegos anteriores los había organizado Élide, ciudad cercana a Olimpia, pero en esta ocasión Argos consiguió arrebatarle la organización. Élide pidió ayuda a Esparta y así se inició una enconada rivalidad entre Esparta y Argos. No se sabe muy bien lo que sucedió, pero Esparta debió de imponerse, pues a partir de entonces Élide organizó casi ininterrumpidamente los juegos, y los registros de 748 fueron borrados. Desde entonces, Argos se unió a todos los enemigos de Esparta y jamás participó en ninguna actividad en la que la conductora fuera Esparta.
Desde la muerte de Salmanasar III, Asiria había sido gobernada por monarcas débiles, pero en 745 un general dio un golpe de estado, con lo que puso fin a una dinastía que había gobernado el país durante mil años, desde que la fundara Shamshi-Adad I. El nuevo rey adoptó el nombre de un gran conquistador asirio y pasó a ser Teglatfalasar III. Bajo su mandato, Asiria resurgió. Empezó por reorganizar el Imperio. Ajustó la maquinaria administrativa e hizo a todos los funcionarios responsables ante él. Creó un ejército profesional asalariado, que podía actuar constantemente, sin necesidad de reclutar campesinos durante periodos limitados de tiempo. Esto requería dinero, para lo cual tuvo que saquear a los pueblos tributarios. Luego pasó a ocuparse de pueblos circundantes. Los medos nómadas llevaban años campando a sus anchas. Fueron perseguidos y sometidos a tributo. A continuación se dirigió al oeste.
Las naciones cananeas se coaligaron contra Asiria. La coalición estaba encabezada por Ozías de Judá, pero el intento fue un fracaso y en 738 el ejército cananeo fue derrotado por Teglatfalasar III. Israel, Judá, Siria, Tiro y las demás ciudades fenicias fueron sometidas a tributo. Ese mismo año murió Menajem de Israel, que fue sucedido por su hijo Pecajya.
Según la tradición griega, 738 fue también el año en que ocupó el trono de Frigia el rey Midas. Buena prueba de la prosperidad de Frigia en esta época es la conocida leyenda griega según la cual Midas convertía en oro todo cuanto tocaba.
Volviendo a Israel, el rey Pecajya hizo cuanto pudo para contentar a Asiria, pero el pago del tributo exigía recaudar muchos impuestos y el pueblo estaba descontento. Además en Judá había desde siempre un sentimiento de odio hacia los extranjeros, lo que unido a una subestimación del poder asirio culminó con un golpe de estado en 736, que le dio el trono a un general llamado Pecaj, que se apresuró a organizar una nueva coalición contra Asiria. No tardó en conseguir el apoyo del rey Rezin de Siria, hijo de Benhadad III, pero tuvieron dificultades en convencer a Jotan (el hijo de Ozías, regente de Judá). En 735 apareció en la vida pública de Judá el profeta Isaías, profeta en la línea reformista inaugurada por Oseas años antes. Sin embargo, a diferencia de Oseas, Isaías era de familia aristocrática, por lo que tenía fácil comunicación con el rey y los sacerdotes, y estaba en contra de una rebelión contra Asiria. Para complicar más las cosas, en 734 murió Ozías y poco después murió también Jotan, con lo que el trono pasó a su hijo Ajaz. El nuevo rey estuvo de acuerdo con Isaías y optó por la neutralidad de Judá en un hipotético enfrentamiento contra Asiria por parte de Israel y Siria.
Este mismo año los corintios fundaron la ciudad de Siracusa, al oeste de Sicilia. Se abría así un proceso de expansión de Grecia por el Mediterráneo. La política de los griegos fue fundar colonias en zonas costeras adecuadas para el comercio. Sus ciudades se especializaban en elaborar productos de artesanía con materias importadas que después intercambiaban con tribus del interior, más primitivas, que les suministraban alimentos.
Mientras tanto, las fuerzas conjuntas de Siria e Israel invadieron Judá, en represalia por su negativa a integrarse en la coalición antiasiria. No tuvieron dificultades en tomar todo el país. Los edomitas y los filisteos aprovecharon para independizarse y Ajaz vio reducido su reino a los alrededores de Jerusalén. El rey pidió ayuda a Asiria y Teglatfalasar III no tardó en responder. Sus ejércitos llegaron a Siria en 732 y la aplastaron sin dificultad. Con ello Siria desapareció para siempre de la historia como nación independiente. Esta aniquilación se debió a que Teglatfalasar III empleó una política mucho más astuta de la de sus predecesores. Mientras éstos trataron de contener a los pueblos sometidos mediante el terror, Teglatfalasar III decidió realizar deportaciones en masa. Diseminaba la aristocracia de un pueblo entre otras regiones lejanas, mientras que otros extranjeros eran llevados a ocupar el vacío dejado. Así logró borrar muchos sentimientos nacionales, a la vez que creaba fricciones internas entre los antiguos habitantes de una zona y los recién llegados, fricciones que consumían unas energías que de otro modo podrían haberse empleado contra Asiria. El caso fue que los sirios se diseminaron por el imperio Asirio, y con ellos se llevaron su lengua, el arameo. Se trataba de una lengua mucho más simple que el acadio, la lengua de Asiria, por lo que fue rápidamente adoptada por los mercaderes y se convirtió en una especie de idioma internacional del Asia occidental. Con el tiempo desplazaría también al hebreo.
Israel sobrevivió a las represalias asirias, pero el reino de Pecaj se redujo a los alrededores de Samaria. El descontento dio pie a un golpe de estado por el que fue proclamado rey el general Oseas, que logró la aprobación de Asiria comprometiéndose a pagar el correspondiente tributo.
En 730 el rey nubio Pianji, sucesor de Kashta, conquistó el delta del Nilo, con lo que se convirtió en rey de un Egipto unido de nuevo. Se le considera el primer rey de la XXV dinastía. En realidad pequeñas zonas del Bajo Egipto quedaron bajo el control de reyes nativos, englobados en una XXIV dinastía.
En esta misma fecha surgió un conflicto en Grecia. Al oeste de Esparta, en el Peloponeso, se extendía la región de Mesenia. Los dorios que se habían establecido en Mesenia se mezclaron con la población nativa, al contrario de lo que sucedió en Esparta, por lo que los espartanos despreciaban a sus vecinos. No conocemos los detalles, pero en 730 se inició la Primera Guerra Mesenia, con una invasión repentina por parte de Esparta. Tras algunos años de lucha, los mesenios, conducidos por su rey Aristodemo, se vieron obligados a parapetarse en el monte Itome, un pico de unos 800 m de altura, donde resistieron algunos años más.
Mientras tanto Teglatfalasar III dirigía su atención hacia Babilonia, que ahora estaba gobernada por un rey caldeo. Cuando éste murió marchó sobre la ciudad y se proclamó él mismo rey con el nombre de Pulu (tal vez su verdadero nombre). Esta unión fue corroborada en los cielos como era habitual, de modo que el dios asirio Asur obtuvo la supremacía sobre el dios babilónico Marduk.
Teglatfalasar III murió en 727 y fue sucedido por su hijo Salmanasar V. Egipto había observado con inquietud el progreso de Asiria. Temía que en cualquier momento los asirios pudieran llegar a sus fronteras, así que se dedicó a apoyar todo intento de rebelión contra el Imperio. La muerte del rey era el mejor momento posible para una rebelión, así que el rey egipcio indujo a Oseas de Israel a rebelarse. Éste aceptó la propuesta y se negó a pagar el tributo pactado. En 725 Salmanasar V puso sitio a Samaria.
(www.uv.es/ivorra/Historia/Indice.htm)

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