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miércoles, 11 de mayo de 2016

FE Y SOCIEDAD... 1

Raíces sociales del ateísmo moderno

A José María Mardones Martínez se le publicó un libro con idéntico título, fruto de una conferencia pronunciada por él en el colegio Mayor Cheminade, hace ya algunos años, pero de rabiosa actualidad. Partía de la idea de que, hoy, Dios es un ausente. Los hombres de la sociedad moderna se han acostumbrado a vivir sin responder a las preguntas que supone la existencia o ausencia de Dios. No es tiempo de ateos, en realidad, sino de indiferentes.
Esa su conferencia tenía dos grandes bloques: la primera parte, para hablar de las raíces sociales del indeferentismo moderno; la segunda, para detectar las señales de Dios en nuestra sociedad. Decía, pues:
1- Dos subsistemas o instituciones vertebradoras de esta sociedad son la producción económico-industrial y el estado brurocrático-administrativo. Ligadas a ellas se va configurando la sociedad denominada industrial: la concentración en áreas urbanas, el consumo, los medios de comunicación, la educación... A través de la educación el individuo es socializado. Mediante el ejercicio profesional asume una dependencia del individuo respecto a los modos de pensar y actuar de la sociedad. No hay persona al margen de la sociedad. Por tanto, no existe concepción de Dios ni modo de vivir esa relación con Él que no lleve el sello de la cultura y prácticas sociales de su tiempo.
Igualmente, prácticas sociales y estilo de pensamiento van juntos. Se piensa como se vive. Alrededor de la producción científico-técnica y la burocracia de la administración pública gira toda la sociedad en la que vivimos, formando la democracia capitalista. De alguna manera, todos participamos de un estilo de vida social tecnologizado. Estas prácticas sociales, marcadas por la tecnología, conllevan un modo peculiar de pensar. Los hombres que viven en este mundo se habitúan más y más a acciones repetitivas que tienen como consecuencia el logro de un objetivo programático. El estilo de pensamiento producido por estas prácticas se ha denominado "instrumental". El conjunto de interrogantes que merodean la cuestión de Dios son drásticamente reducidos desde una racionalidad instrumental orgullosa de su poderío y capacidad de dominio. En este estilo de vida, la gratuidad, la ternura, el servicio desinteresado, desparecen. No se dan las actitudes anímicas para poder acceder a los aledaños de lo divino.
La segunda gran práctica social de nuestro mundo moderno es la burocrática. La burocracia expande también un estilo de pensamiento o de conciencia. La mentalidad burocrática tiende a disponer las cosas jerárquicamente. El legalismo marca la conciencia de la práctica burocrática. Únicamente cabe esperar un tratamiento respetuoso para Dios y la religión como uno de los derechos de los individuos. Es decir, si se cree en Dios o no, será un asunto de preferencia individual. Todo lo que cabe esperara de la mentalidad burocrática es el respeto ante el planteamiento de la cuestión de Dios. Normalmente, este Dios está situado en una trascendencia que no pasa por la historia y toca al individuo en esa zona intimísima, donde la comunicación puede hacerse proceso puramente interior.
Un rasgo que suele caracterizar a estas sociedades democrático-capitalistas es el "pluralismo", donde cada religión se presenta como una entre otras, despojando a todas y cada una de sus pretensiones de verdad exclusiva. El primer efecto del pluralismo sobre las diversas explicaciones de la realidad y su sentido es equipararlas a todas como "diversos productos" al servicio del mismo fin. El pluralismo produce un fenómeno psicológico de falta de seguridad en las creencias, que se ha denominado "secularización subjetiva". Si trasladamos estas observaciones a la cuestión de Dios, entenderemos que están dadas las condiciones para que la duda se instale con toda su fuerza.
Las características del ateísmo son:
* Una auténtica represión social de la presencia de Dios.
* Un ateísmo práctico-estructural.
* Un ateísmo no militante.
2- En la época de la indiferencia asistimos a la manifestación de lo religioso en los lugares y ámbitos más inverosímiles. La creencia en el Dios de Jesucristo corre el peligro de desvariar por los caminos sin control de la subjetividad. Pero la sed de Absoluto y de cernacía al misterio han hecho aparición en medio de la sociedad tecnológica.
En una sociedad desencantada de las grandes palabras y de las ideologías, el pacifismo y el ecologismo han surgido como movimientos sociales que, en muchos casos, están muy cerca de la religión. La presencia social de estos movimientos indica una nueva sensibilidad. La sombra que se cierne sobre este horizonte de nuevas plausibilidades para la creencia en Dios es si esta nueva sensibilidad tendrá la fuerza social suficiente para superar la fragmentación objetiva en que vive nuestra cultura.
En esta vuelta a la religión hay una llamada que se suele denominar "neoconservadurismo". El peligro yace en equiparar la fe en Dios con un modo concreto tan discutible de sociedad. Se presenta como natural al Evangelio el salvaguardar y legitimar un sistema tan cuestionable desde la mera razón. Se acentúan tantos aspectos individuales y del corazón, que no se ve cómo se pueden casar con las llamadas de Jesús a la fraternidad, solidaridad y justicia. Estamos ante un "revival" de la religión, que ofrece todos los síntomas de ser una utilización de Dios y de la trascendencia al servicio de una ideología mantenedora del "statu quo" de la racionalidad funcional predominante en esta sociedad.
En las últimas décadas, han ido cayendo las grandes afirmaciones que habían convertido a la ciencia en el paradigma de la racionalidad. Se ha probado,atendiendo al desarrollo histórico de la ciencia, que no hay acceso directo a la realidad. Es decir, la aceptación o rechazo de una teoría no se basa en pruebas empíricas. El científico se halla ante el "enigma de lo real".
Objetivismo y relativismo serían los dos polos en los que se cae inevitablemente. Hoy esta lucha comienza a ser superada. Pero esto no quiere decir que incurramos en el relativismo.

Alfonso Gil González
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