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martes, 3 de mayo de 2016

HISTORIA DE LA IGLESIA... 25

LA IGLESIA DEL SIGLO XIX


En el siglo XIX confluyeron las grandes transformaciones políticas, culturales y religiosas de la Ilustración y de la Revolución Francesa. Surgieron, además, nuevas revoluciones: la industrial, la científica, la marxista, la demográfica… Todos estos hechos configuraron un mundo nuevo que planteaba grandes retos al catolicismo tradicional.
Tras las convulsiones de la Revolución y el régimen especial del imperio napoleónico, los monarcas europeos se reunieron en el Congreso de Viena (1814-15) para intentar una vuelta al antiguo régimen. Se comprometieron a gobernar según los principios cristianos y a prestarse ayuda mutua.
La Iglesia de la restauración se propuso recristianizar a las masas populares. Se exaltó la misión del cura de aldea a través de  algunos personajes tan atractivos como el santo cura de Ars. Se intentó la recuperación de los Estados Pontificios, perdidos con Napoleón.
La jerarquía de la Iglesia y una mayoría de grupos católicos optaron por una actitud de defensa y repliegue ante los cambios arriba indicados. Únicamente un pequeño grupo de católicos reconoció aspectos positivos en la nueva situación política y cultural. Ese movimiento, que buscaba el diálogo con la nueva sociedad, recibió el nombre de catolicismo liberal. Pero, a pesar de las condenas hechas en las encíclicas papales, los nuevos derechos y libertades, así como las nuevas concepciones de la vida y de la sociedad, siguieron difundiéndose.
La revolución industrial y las injustas condiciones de vida del proletariado en el siglo XIX plantearon un difícil problema al que se intentó dar respuesta desde distintos sectores de la sociedad. Desde fuera de la Iglesia surgieron distintas reacciones: el liberalismo económico, el socialismo utópico, el socialismo científico y el sindicalismo. Ello obligó a que la Iglesia comenzara a pronunciarse con mayor decisión a favor de los más débiles de la sociedad. El conjunto de documentos eclesiales que abordaron los problemas laborales y sociales constituyeron la llamada Doctrina Social de la Iglesia. Especialmente, la famosa Rerum Novarum de León XIII, que ha servido de paradigma a creyentes y no creyentes, pues afrontó seriamente los problemas relacionados con la revolución industrial y con la explotación del proletariado. Quedan fijados los ejes fundamentales: Defensa de la dignidad humana, reconocimiento de los derechos humanos, estimulación al compromiso social y solidario de los cristianos, denuncia de las desigualdades y de las estructuras económicas injustas, y búsqueda de la consecución de un mundo más justo.

Alfonso Gil González

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