Desde mi celda doméstica
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lunes, 27 de junio de 2016

ESCATOLOGÍA CRISTIANA... 8

Reino de Dios y Parusía

El escatólogo Rafael Aguirre Monasterio desarrollo este tema en cinco puntos que os voy a resumir por considerarlos interesantes de verdad.
1- Lo último para Jesús, lo que da sentido a su vida y se constituye en el centro de su actividad, no es la Ley, ni su propia persona, ni tan siquiera Dios en sí mismo. Es el Reino de Dios. La experiencia del Reino presente garantiza su venida futura. Dios está presente en la historia, pero no para legitimarla, sino para remitirla de forma apremiante, exigente y esperanzada, hacia un futuro de plenitud. Jesús era muy consciente del carácter escandaloso de su anuncio del Reino. Si para los pobres es una buena noticia, es porque no se trata de un tema moral, sino teológico. El Reino de Dios es para los pobres no porque sean gente más virtuosa, sino porque son pobres y sufren la injusticia. La persona de Jesús está vinculada a la cercanía de Dios que él anuncia, simboliza y realiza.
2- La primitiva fe cristiana tiene una acentuadísima orientación escatológica. La Parusía del Señor o del Hijo del Hombre sería la manifestación evidente y plena del Reino de Dios. La resurrección de Jesús y la espera de la Parusía inmediata estaban vinculadas de forma indisoluble en la experiencia pascual original. Porque la comunidad sabe que el Reino es inseparable de la persona de Jesús. Y si esperaban con tanta ansiedad el fin de la historia y la plenitud del Reino es porque estaban convencidos de que Jesús era la primicia y el precursor de ese Reino. La fe cristiana no es apocalíptica, sino escatológica. No depende de imágenes para barruntar el futuro, sino la convicción de que Dios ha actuado irrevocablemente en Jesús de Nazaret.
3- El tema del Hijo del Hombre es uno de los más intrincados y discutidos de la investigación del Nuevo Testamento. Es un título forjado por la comunidad cristiana para aplicarlo a Jesús. Esta expresión aparece siempre y sólo en labios de Jesús, y son los evangelios los únicos textos del Nuevo Testamento que la usan. Pronto se relacionó con el texto de Daniel y dio origen a una cristología de carácter apocalíptico, centrada en la venida gloriosa de Jesús como Hijo del Hombre.
4- La consideración teológica sólo será creíble en la cultura contemporánea cuando dialogue y se articule con los saberes humanos. La duración de la historia es la oportunidad que Dios concede para la conversión. Cuando se difumina la Parusía del Señor y se afloja su espera, sucede o la evasión histórica del individualismo gnóstico o el aburguesamiento acomodaticio, peligro permanente de la institución eclesiástica.
5- Es un error tomar al pie de la letra las descripciones apocalípticas, al estilo de algunas sectas que gustan de anticipar el futuro y escudriñar sus signos. Pero el cristiano entiende la apocalíptica desde el Evangelio y no al revés. Sólo una Iglesia de los pobres puede mantener sus lámparas encendidas para esperar a su señor y su capacidad crítica con los dioses y señores de este mundo. Sólo una Iglesia diferente del mundo puede anunciar algo nuevo al mundo. Sólo así la Iglesia es la vigía del reino de Dios y la visualización de sus valores alternativos. La fe en la Parusía ni nos paraliza ni nos desinteresa de la historia. Al contrario, nos responsabiliza decisivamente. La Parusía supone la resurrección de los muertos. Sólo así hay triunfo pleno de la justicia. Cuando se ha escuchado el "Sígueme" de Jesús, y se lo toma en serio, se exclama necesariamente "¡Ven, Señor Jesús".

Alfonso Gil González
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