Desde mi celda doméstica
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sábado, 30 de julio de 2016

CONCIERTOS ALFONSINOS N. 124

Religiosa melancolía

Por algún sitio nos habíamos dejado a JUAN SEBASTIAN BACH. Ahora vuelve con su Magnificat en Re mayor. ¡Pásmate! Es este el canto de la Virgen por excelencia. Lo cuenta el Evangelio en el momento en que María visita a su prima Isabel. De él se ha escrito mucho literaria y musicalmente. Lutero tiene un comentario que pocos conocen y que deberían todos conocer. Vivaldi lo canta. El suyo y este de Bach son dos obras maestras de inigualable belleza. El Cántico de María es, en la Iglesia, un himno que se recita diariamente en el rezo de Visperas. Esta partitura bachiana la interpretan solistas y coro de Stuttgar con la Orquesta pro Música de esa ciudad.
Y está también aquí la Cantata 106 –actus tragicus- para solistas y órgano. También de BACH, naturalmente.
De SIBELIUS, El cisne de Tounela. No se puede estar más inspirado. Una página de oro en la historia de la música. ¿Qué melancolía!
De CHOPIN, Balada n. 3 en La bemol, tocada al piano por Wilhen Kemp.
De RAMEAU, Sinfonía y Danzas para quinteto de viento. La película “los niños del coro” ha popularizado, en parte, la música de este compositor que es bastante desconocido a la mayoría humana. Y la verdad es que uno no entiende el porqué. Su obra no es grandiosa, cuantitativa o cualitativamente hablando, pero es elegante y fina. Lo interpreta el Quinteto de Viento de París.


MÚSICA PARA CLAVECÍN.

Alfonso Gil González
Magnificat

Cantata 106

El Cisne de Tounela

Balada n. 3

Sinfonía y danzas

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