Desde mi celda doméstica
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viernes, 2 de septiembre de 2016

ESPIRITUALIDAD... 17

El juicio del prójimo

Continuamos con las charlas del monje san Doroteo de Gaza.

- ¿Se dan cuenta del pecado tan grande que cometemos cuando juzgamos al prójimo? Cuando descuidamos nuestras propias miserias, cuando no lloramos nuestro propio muerto, no podemos corregirnos en absoluto, más bien nos ocupamos constantemente del prójimo. Nada irrita más a Dios, nada despoja más al hombre y lo conduce al abandono, que el hecho de criticar al prójimo, de juzgarlo o maldecirlo.
- Criticar, juzgar y despreciar son cosas diferentes. Criticar es decir de alguien, por ejemplo, "tal ha mentido". Juzgar es decir: "tal es mentiroso", porque aquí juzgamos la disposición misma de su alma, y es cosa grave. Juzgar sobrepasa en gravedad todo pecado. Que cada uno piense en sí mismo y en sus propias miserias. El hombre no puede conocer nada de los juicios de Dios. Sólo Dios puede comprender todo y juzgar los asuntos de cada uno. Tú has visto el pecado pero no conoces el arrepentimiento. Hay desprecio cuando, no contentos con juzgar al prójimo, lo execramos, le tenemos horror como a algo abominable, lo que es peor y mucho más funesto.  
- Aquellos que quieren ser salvados no se ocupan de los defectos del prójimo, sino siempre de sus propias faltas, y así progresan. Aquel que daña a un alma trabaja con los demonios y los ayuda, así como aquel que practica el bien trabaja con los ángeles santos.
- Si tuviéramos caridad, ella misma cubriría cualquier falta y seríamos como los santos cuando ven los defectos de los hombres: no odian al pecador, no lo juzgan, no le rehuyen; al contrario, lo compadecen, lo exhortan, lo consuelan y lo cuidan.
- Cuanto más unido se está al prójimo, más unido se está a Dios.

Alfonso Gil 
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