Desde mi celda doméstica
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lunes, 17 de octubre de 2016

ASPECTOS MORALES DE LA EXISTENCIA... 1

El Aborto

He aquí uno de los asuntos más tratados y controvertidos. Lo importante es que, cuando se habla del aborto, se haga con precisión. De lo contrario, no habrá forma de entenderse. Y lo primero que hay que hacer es diferenciarlo del feticidio, que es la muerte del feto en el vientre de su madre; y del parto, que es la expulsión del feto vivo y capaz de sobrevivir. Por tanto, concretemos que aborto es la expulsión del feto vivo, pero no viable, es decir, sin capacidad de sobrevivir.
La gran pregunta es ésta: ¿cuándo tiene principio el ser humano? La ciencia, la filosofía y la teología han hablado profusamente sobre ello, y hay algo en lo que todos están de acuerdo: en que, biológicamente, se pueden distinguir las fases de la gestación. El período germinal empieza con la fecundación. Una pequeñísima célula, llamada zigoto, que contiene en sí misma todo el proceso biológico y psíquico heredados. Célula que contiene la capacidad de pasar de su estado de inicial al de crecimiento. Entre el octavo y el décimo día se produce la anidación, es decir, la condición para alimentarse. De hecho, los óvulos fecundados que no llegan a la anidación mueren irremediuablemente. 
El segundo período gestacional va de la tercera a la octava semana, en que se genera el esbozo humano, con sus órganos y formas externas. A partir de esa octava semana, el feto se desarrollará hasta el momento del parto, con reacciones psíquicas entre él y la madre, mostrando así que pertenece a la especie humana, con radical autonomía biológica.
Desgraciadamente, hay situaciones existenciales complicadas que pueden provocar soluciones emotivas con incapacidad de enfrentarse al problema de la realidad. Y se produce este dilema: o se convencen de que el feto no es un ser humano, o, si lo es, tienen que admitir que nadie tiene derecho de destruir una vida humana. Desde luego, en cualquier caso, esa criatura no es culpable de que los demás le hayan hecho vivir, y menos de que su vida venga a complicar la de los demás. Ahora bien, el derecho a la vida lo tiene el ser vivo. Como todo derecho, genera en su familia y en toda la sociedad el deber de ser respetado.
El único caso legítimo de aborto es el llamado terapéutico, es decir, cuando por salvar a la madre a través de un tratamiento médico o quirúrgico, sobreviene el aborto o muerte del feto. A esto se le suele llamar aborto terapéutico indirecto, porque es consecuencia de una legítima actuación médica en favor de salvar la vida de la madre. El Magisterio de la Iglesia y las reflexiones filosófico-teológicas, así como las declaraciones de las Conferencias Episcopales, ayudan a una reflexión cristiana en este sentido, basada en el principio de la tolerancia del mal menor, pero nunca del falso principio de que la consecución de un bien puede obtenerse por medios ilícitos.

Alfonso Gil
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