Desde mi celda doméstica
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miércoles, 21 de diciembre de 2016

MIS APUNTES PATRIOS... XLIX

El paseo de la Virgen

El siglo XXI se iniciaba muy especialmente en Cehegín. Fue en el mes de mayo del año 2000 cuando la Virgen de las Maravillas, Patrona de la ciudad murciana, decidió darse un paseo por su pueblo. Tras bajar de su espléndido camarín franciscano, fue a visitar el Barrio y Parroquia de San Antonio de Padua, entre cohetes, campanas, música y un enorme gentío. Tanto Ella como el Niño iban sin corona. Bajó por la calle del Convento, plaza de la Verja y calle Begastri. En el trayecto se habían levantado algunos altares. Ya en San Antonio, cientos de velitas y un castillo artificial le daban la bienvenida. En el templo ocupó el Altar Mayor y se cantó el Himno. Allí estuvo una semana.
La despide de San Antonio el párroco Miguel Solana Gil, visiblemente emocionado. Tras el canto del Himno maravillense, ya acabada la Misa, la imagen de la Virgen salía en su trono, acompañada del inmenso gentío, campanas y música, a través de la calle Begastri, Gran Vía, Barrio de San Cristóbal y calle La Tercia, hacia la Ermita del Santo Cristo. Aquí, desde el micrófono, dirigí el canto del Himno interpretado por la Banda de la Sociedad Musical de Cehegín. Al igual que en San Antonio, se lanzó un pequeño castillo artificial, mientras desde el micrófono fui dando las indicaciones de situación a la gente que apenas cabía en el recinto de la Ermita. La maniobra de entrada fue dificultosa. La Virgen entró de espaldas y en andas. Una mujer leyó un escrito de bienvenida ante José Gil Llorca, párroco de santa María Magdalena. Llegaba al Santo Cristo el primer domingo de mayo: Día de la Madre.
Cumplido su tiempo, la Virgen de las Maravillas se trasladó desde la Ermita del Santo Cristo hasta la iglesia parroquial de Santa María Magdalena. Tuvo que salir en andas, como había entrado, debido a la estrechez de la puerta de la Ermita. Después, se puso en su trono. Las calles, como en todos los demás traslados, estaban adornadas con banderas y flores en balcones y ventanas. El recorrido lo hizo por las calles La Tercia y Pérez Villanueva. A la altura de la "Bodeguica", se volvió a cantar el Himno, acompañado por la Banda de la Sociedad Musical. Luego, ascendió por la Cuesta del Parador a la calle López Chiucheri y placeta del Mesoncico, en cuyo Hospital de la Real Piedad hizo parada de cortesía para con las monjitas y ancianos. Y, subiendo por la calle Mayor, accedió a la Plaza de la Iglesia. El recibimiento en la Parroquia fue análogo al de cada iglesia. Las autoridades civiles y religiosas también iban en el cortejo. Entró al templo, abarrotado de fieles, por la puerta lateral, entre enfervorizados aplausos. Y volvió a cantarse su Himno con acompañamiento de la Banda de Música.
Tras unos días, prosiguió su paseo hasta la iglesia de La Soledad. Por tratarse de este traslado, la acompañó la Banda de Cornetas y Tambores de la Cofradía del Santo Sepulcro, a cuya sede iba la Imagen. El recorrido se hizo por calle Mayor, Mesoncico, López Chicheri, Cuesta del Parador, Poniente y Soledad. Todos estos traslados iban precedidos del estandarte de la Hermandad de la Virgen de las Maravillas. Andrés el Quinto, por tradición familiar, va de cabo de andas con la campanilla en la mano. A la llegada a La Soledad, hubo traca. Y, a hombros, la Imagen fue introducida en el sagrado recinto, de espaldas, hasta depositarla junto a la capilla del Santo Sepulcro. Una niña leyó las palabras de bienvenida, y habló también el párroco José Gil Llorca. Y continuaron otras lecturas poéticas. Los niños fueron ofrendando flores a la Virgen.
Después de una breve estancia en la Iglesia de la Semana Santa o Soledad, la Virgen de las Maravillas regresaba de nuevo a Santa María Magdalena por el camino inverso. Poco después, volvía desde la iglesia mayor de Cehegín hasta el Convento, pasando por la calle Mayor, Mesoncico, López Chicheri, Cuesta del Parador, Ginés de Paco, Plaza del Alpargatero, Barrio de la Plaza de Toros... El inmenso gentío, aún mayor que en Septiembre, acompañaba a la Imagen con fervor solo propio de este pueblo. En los altares, que estaban en sitios estratégicos, se leían poemas y se cantaba. El recibimiento en la placeta de la Plaza de Toros fue apoteósico: cantos, poemas, bailes... ¡Jamás hubo tanta gente en ese lugar! y se lanzó un castillo artificial. Estas salidas de la Virgen por los barrios de Cehegín marcaron un hito en la historia religiosa de nuestra ciudad.

Alfonso Gil
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