Desde mi celda doméstica
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sábado, 4 de febrero de 2017

ESPIRITUALIDAD... 29

Himno a Cristo redentor

Con un temor mezclado de alegría, juzgo preferible decir aquí algo de los sufrimientos que tú soportaste por mí, Dios de todos.
De pie ante el tribunal de tu criatura,
en una naturaleza que era la mía,
no hablaste, tú que das la palabra;
no alzaste la voz, tú que creas la lengua;
no gritaste, tú que conmueves la tierra...;
no dejaste confuso
al que te entregaba a los tormentos de la muerte;
no opusiste resistencia cuando se te ataba, 
y cuando te abofeteaban, no te indignaste;
cuando te escupían, no injuriaste,
y cuando te daban puñetazos,
no te enfureciste;
cuando se burlaban de ti, no te irritaste,
y cuando te escarnecían, no alteraste tu semblante...

Lejos de concederte un instante de respiro, oh fuente de vida,
te prepararon inmediatamente, para cargar con él,
el instrumento de la muerte.
Lo recibiste con magnanimidad,
lo acogiste con dulzura,
lo alzaste con paciencia;
cargaste, como si fueses un culpable,
con el madero de dolores...
Te tendieron sobre el altar de la Cruz como una víctima;
te clavaron como si fueras un malhechor;
te remacharon como si fueras un revoltoso;
a ti que eres la paz celestial, como si fueras un bandido...;
a ti que eres la causa de la vida, como si fueses digno de ser destruido por la muerte;
a ti que expusiste el Evangelio, como si fueras un blasfemo de la Ley;
al Señor y a la realización de los profetas, como a un transgresor de las Escrituras;
a ti que eres un rayo de gloria y el sello de los pensamientos insondables de tu Padre,
como a un enemigo de la voluntad del que te ha engendrado...

Aceptaste todos los sufrimientos voluntariamente
y con una complacencia espontánea,
soportándolos en la humanidad a que te uniste;
y... después de haber sufrido esas ignominias
con una paciencia indecible, 
resucitaste vivo por tu propio poder
en una luz exultante,
con tu humanidad íntegra y tu divinidad perfecta.
Tú que eres bendito por tu gloria, 
alabado por tu piedad,
exaltado siempre por tu misericordia,
por los siglos de los siglos. Amén

Gregorio de Narek (944-1010)
Monje, sacerdote y místico escritor
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