Desde mi celda doméstica
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María de Ágreda

LO QUE DEBE APRENDERSE EN ÁGREDA


Santa María de Ágreda y San Juan Evangelista.

Libro I 


El reconocimiento de su poquedad frente a los maestros y doctores.
La insuficiencia de la naturaleza y de la gracia común y ordinaria para tratar ciertos altísimos temas.
El conocimiento y manejo de la Palabra de Dios.
La verdadera humildad que, aun reconociendo debilidad y falta de virtud, no impide la disponibilidad para hacer la voluntad de Dios.
No obstante, un cierto pavor e inseguridad, propios en los sabios-santos.
La continua oración de petición de ayuda, si Dios no retira la responsabilidad. 
Ver en María, la madre del Señor, una modelo y maestra orientadora en el diario vivir.
La obediencia en lo no pecable como garantía de un obrar seguro y recto. Respecto a la obediencia, dice que es virtud grande, “no sólo porque ella ofrece a Dios lo más noble de la criatura, que es la mente, dictamen y voluntad, en holocausto y sacrificio, pero también porque ninguna otra virtud asegura el acierto más que la obediencia, pues la criatura no obra por sí, sino como instrumento de quien la gobierna y manda.”
La docilidad a una sabia dirección espiritual.
Saber esperar, confiar y prepararse.
El reconocer y querer que escribe como discípula, no como maestra, sometiéndose a lo que su prelado y confesor indique.
Romper o quemar lo escrito, al comprobar que se deja llevar más de la atención de la material y orden, que de lo que el Altísimo escribe en su corazón y espíritu.
La precisión con que describe la verdadera influencia divina: Mudanza eficaz y abundante luz que lleva y compele al conocimiento del ser de Dios, llevándose toda la voluntad y, por otra parte, dolor vehementísimo de los pecados con firme propósito de enmienda.
La Mística Ciudad de Dios está dividida en tres partes y ocho libros. La primera habla de los 15 primeros años de la Virgen; la segunda, de toda la vida de Cristo; y la tercera de la vida de la Virgen sin la presencia de su Hijo.
Y datos muy curiosos en el último párrafo de la Introducción a esta magna obra. Por ejemplo: El Convento de Ägreda fue fundado por sus padres. Él, Francisco Coronel, se hizo franciscano, al igual que lo eran dos de sus hijos; y ella, Catalina de Arana, se hizo concepcionista junto con sus dos hijas. La fundación de dicho Monasterio fue el 13 de enero de 1619. A los 25 años de edad ya es prelada. A los 35 años, escribe la primera Vida de la Virgen, escrito que quemó. Y la segunda Vida la escribe con 53 años.
Es maravillosa la descripción del arrebato místico: “sentir una virtud de lo alto, suave, fuerte, eficaz y dulce; una luz que alumbra al entendimiento, reduce la voluntad rebelde, quietando, enderezando, gobernando y llamando a la república de los sentidos interiores y exteriores y rindiendo a toda la criatura para el agrado y voluntad del Altísimo y buscar en todo sola su gloria y honra.” Y más tarde, remacha: “Porque es menester, alma, que vengas descalza y desnuda de todos los apetitos y pasiones, para conocer estos misterios altos que no se compadecen ni acomodan con inclinaciones siniestras.”
El que todas las virtudes se adquieren sobre el fundamento de la humildad.
La lección primera de la Virgen: “Yo seré tu maestra, pero advierte que me has de obedecer con fortaleza y desde este día no se ha de reconocer en ti resabio de hija de Eva.”
Escribe con tres objetivos: Que se conozca más lo que a Dios se debe; que el linaje humano advierta y conozca a su Reina y Madre; y “que todos conozcan mi poquedad y vileza y el mal retorno que doy de lo que recibo”.
En el capítulo 1º dice que escribe para que sepan cuánto vale la que dio en sus entrañas vida mortal al Inmortal, y la tengan por espejo donde el mundo vea sus ingratitudes.
Dice que el mayor beneficio que ha recibido del Señor es haberle dado un temor íntimo y grande de perderle, lo que le ha llevado a solicitar la intercesión de la Virgen pura.
Hablando del conocimiento de Dios, en el capítulo 2º, dice que se muestra según la disposición del alma: “porque si no está con toda quietud y paz, o ha cometido alguna culpa o imperfección, por pequeña que sea, no se alcanza a ver esta luz del conocimiento del Señor”. Y todo el resto del capítulo habla de los efectos de ese conocimiento.
La maravillosa descripción trinitaria del capítulo 3º.
El motivo de la creación es admirable: “Determinó Dios criar lugar y puesto donde habitasen y fuesen conversables el Verbo humanado y su Madre; y en primer lugar, para ellos y por ellos solos crió el cielo y tierra con sus astros y elementos y lo que en ellos se contiene; y el segundo intento y decreto fue para los miembros de que fuese cabeza y vasallos de quien fuese rey; que con providencia real se dispuso y previno de antemano todo lo necesario y conveniente.”
Que el desordenado amor propio es quien levanta a las criaturas contra su Majestad en soberbia e inobediencia.
Si Dios escribió su ley en todos los corazones humanos, ninguno tiene disculpa en no le reconocer y amar como a sumo bien y autor de todo lo criado.
Extraordinario comentario al capítulo 8º de los Proverbios, en el 5º de esta obra de la “Mística Ciudad de Dios”.
La doctrina sobre la encarnación del Verbo, aunque el hombre no hubiera pecado, para que “los mortales reconozcan al Verbo humanado por su cabeza y causa final de la creación de todo lo restante de la humana naturaleza, porque él fue, después de mi propia benignidad, el principal motivo que tuve  para dar ser a las criaturas; y así, debe ser reverenciado, no sólo porque redimió al linaje humano, pero también porque dio motivo para su creación.”
¡Con qué ingeniosa manera empalma el inicio de la Biblia con el final, concretamente, el capítulo 1º del Génesis con el 12 del Apocalipsis! Eso lo tenemos en los capítulos 7 al 10 de “La Mística Ciudad de Dios”.
La hermosa reflexión sobre Adán y Eva y su descendencia, y el preciso resumen que hace de los libros del Antiguo Testamento, muestra la capacidad de síntesis y de entendimiento global que los libros sagrados deben acarrearnos, según hace en el capítulo 11 de la obra que nos ocupa.
Hablando de Santa Ana, madre de la Virgen, es curioso que vuelva a resaltar que la plenitud de la perfección radica en la conjunción de la vida activa y de la contemplativa, la escucha interior y el trabajo diario. Y cómo la oración común de ella y de su esposo Joaquín adelantó la venida de la que sería Madre del Verbo Eterno. Los consejos del arcángel a cada uno de los esposos son un buen resumen de lo que todo matrimonio cristiano debiera hacer. Y es curioso que diga que estuvieron sin hijos 20 años, hasta que nació María.
Las oraciones que construye y pone en boca de Joaquín y Ana, y los mensajes del arcángel, están imbuidos de enseñanza bíblico-profética. ¡Qué facilidad!
Pone en boca de la Trinidad, hablando de la que iba a ser Madre del Verbo: “En ella depositaremos todas las prerrogativas y gracias que en nuestra primer y condicional voluntad destinamos para los ángeles y hombres, si en el primer estado se conservaran”.
Al dato que ya nos da arriba sobre el tiempo infecundo de los padres de la Virgen, ahora añade que, cuando se casaron, Ana tenía 24 años y Joaquín 46.  De manera que, cuando nació la Virgen, Ana tenía 44 años y Joaquín 66. ¿Solución? Pues que, aunque “la potencia y la materia eran naturales; pero el modo de moverse fue por milagroso concurso de la virtud divina”. Más abajo añade – en el capítulo 15: “En esta formación del cuerpo purísimo de María anduvo tan vigilante la sabiduría y poder del Altísimo, que le compuso con gran peso y medida en la cantidad y calidades de los cuatro humores naturales, sanguíneo, melancólico, flemático y colérico”. ¡Qué cultura la de esta mujer!
“El día en que sucedió la primera concepción del cuerpo de María santísima fue domingo, correspondiente al de la creación de los ángeles, cuya Reina había de ser y señora superior a todos.” Y ahora viene un dato de pura ciencia humana: “Y aunque para la formación y aumento de los demás cuerpos son necesarios, por orden natural y común, dicen que para los varones se requieren 40 días y para las mujeres 80, conforme al calor natural y disposición de las madres; pero en la formación corporal de María santísima se hizo más perfectamente en 7”.
“Y el sábado siguiente y próximo a esta primera concepción se hizo la segunda, criando el Altísimo el alma de su madre e infundiéndola en su cuerpo.” Y añade: “Por este misterio de la concepción de María santísima ha ordenado el Espíritu Santo que el día del sábado fuese consagrado a la Virgen en la santa Iglesia.”...”y se destinan mil ángeles para hacer custodia del tesoro de un cuerpecito animado de la cantidad de una abejita”.
Y leemos en el capítulo 16: “Siendo aquel cuerpecito tan pequeño, ordenó su poder y diestra divina que con el conocimiento y dolor de la caída del hombre llorase y derramase lágrimas en el vientre de su madre, conociendo la gravedad del pecado contra el sumo bien.”
Admirable lección, la reflejada en el n. 240, sobre el inicio de la educación de los hijos.
Hermosa oración filial, en el n. 243: “Miradme, pues, Señora mía, como a hija, enseñadme como a discípula, corregidme como a sierva y compeledme como a esclava, cuando yo tardare o resistiere; que no deseo hacerlo de voluntad, pero reincidiré de flaqueza”.
Prodigioso el comentario del capítulo 21 del Apocalipsis, aplicándolo a la Reina del Cielo, María santísima, y aplica el famoso argumento franciscano: “Dios la dio todo lo que quiso darla y quiso darla todo lo que pudo y pudo darla todo lo que no era ser Dios”. Hay que leer despacio los números 244 al 311 de la “Mística Ciudad de Dios”.
“Los ángeles santos reciben los  nombres del ministerio y oficio para que son enviados al mundo.”
¡Qué conocimiento de la naturaleza en la explicación de las piedras preciosas! ¡Qué fuerza en la exhortación a la devoción a la Virgen!
Curiosidades del capítulo 20: “María mientras estuvo en el vientre de santa Ana donde sucedió que teniendo uso perfectísimo de razón...”
Los ataques del demonio a santa Ana: “habiendo procurado primero derribar la casa de san Joaquín y santa Ana, para que con el susto se alterase y moviese...” “irritó a unas mujercillas flacas para que riñesen con ella... injuriándola...hicieron gran mofa de su preñado...” “luego se valió de una criada que servía a los santos casados y la irritó contra santa Ana...”
Las preguntas teológicas hechas a la Virgen y las respuestas de ésta. “Una pequeña falta dispone para otra mayor y la segunda es castigo de la primera”. De la confianza y humildad resultan dos efectos necesarios en la vida cristiana: “el uno tener quietud en el alma y temor de perder el tesoro”. “Esta condición tienen los beneficios que descienden del Padre de las lumbres, que aseguran humillando y humillan sin desconfianza, y dan confianza con solicitud y desvelo y solicitud con sosiego y paz”.
Sucedió el nacimiento de la Virgen “a los ocho días de septiembre, cumplidos nueve meses enteros después de la concepción del alma”. “Nació pura, limpia, hermosa y llena toda de gracias... a las doce horas de la noche... Envolviéronla en paños y fue puesta y aliñada como los demás niños la que tenía su mente en la divinidad, y tratada como párvula la que en sabiduría excedía a los mortales y a los mismos ángeles. No consintió su madre que por otras manos fuese tratada entonces, antes ella por las suyas la envolvió en las mantillas, sin embarazarle el sobreparto.” “Respondió el Señor a la santa matrona en su interior, que tratase a la divina niña como madre a su hija en lo exterior, sin mostrarle reverencia, pero que se la tuviese en lo interior”. “los ángeles de guarda de la dulce niña con otra gran multitud la adoraron... y la hicieron música celestial... y la niña les pidió que alabasen al Altísimo con ella y en su nombre”.
“Al punto que nació nuestra Princesa María, envió el Altísimo al santo arcángel Gabriel para que evangelizase a los santos padres del limbo esta nueva tan alegre para ellos”. Los ángeles la cogieron de los brazos de su madre y, en procesión, la llevaron en alma y cuerpo al empíreo cielo, con cánticos de incomparable júbilo, donde después había de ser colocada eternamente. Allí, la santísima Trinidad le puso el nombre de María... “y mandó el Señor a los espíritus angélicos que evangelizasen este dichoso nombre a santa Ana, para que en la tierra se obrase lo que se había confirmado en el cielo”.
A los ocho días del nacimiento de la gran Reina... sus padres “determinaron convocar a los parientes y a un sacerdote, y con mucha solemnidad y convite suntuoso pusieron María a la recién nacida.” 
A una nueva pregunta teológica sigue la respuesta y doctrina de la Reina del Cielo, en los números 339 al 344.
“Precepto era de la ley en el capítulo 12 del Levítico que... pasados los sesenta días de la purificación, salió santa Ana al templo, llevando en sus brazos a su hija... y se fue a la puerta del tabernáculo y habló con el sumo sacerdote, que era el santo Simeón... Ofrecióle santa Ana el cordero y tórtola con lo demás que llevaba... y la ofreció al Señor con devotísimas y tiernas lágrimas... y sintió en su corazón una voz que le decía la llevase y ofreciese en el templo a su hija niña dentro de tres años.”
“La niña soberana era tratada como los demás niños de su edad. Era su comida la común, aunque la cantidad muy poca, y lo mismo era del sueño, aunque la aplicaban para que durmiese; pero no era molesta, ni jamás lloró con el enojo de otros niños, mas era en extremo agradable y apacible.” “Su prudente madre Ana trataba a la niña con incomparable cuidado, regalo y caricia; y también su padre Joaquín... y la niña se mostraba con su padre más amorosa, como quien le conocía por padre y tan amado de Dios.” “En todo era la niña Reina agraciada, perfectísima y admirable.”
La madre Ágreda hace una pueril pregunta a la Virgen sobre cómo pedía el alimento. La Virgen le contesta que sintió hambre, sed, sueño y penalidades en su cuerpo como hija de Adán. “Usaba de la comida y sueño en peso y medida... porque el desorden en estas cosas es contra la misma naturaleza... Por mi temperamento y medida sentía más el hambre y sed que otros niños y era más peligrosa en mí esta falta de alimento; pero tenía paciencia hasta que con alguna decente demostración lo pedía...Luego que nací al mundo y vi la luz que me alumbraba, sentí los efectos de los elementos, los influjos de los planetas y astros, la tierra que me recibía, el alimento que me sustentaba y todas las  otras causas de la vida...” Y esta frase lapidaria: “Y nadie piense que basta cumplir con el Señor, si se queda en pie la deuda con los prójimos”.
Curiosa descripción de los ángeles en los números 363 y siguientes. Y más interesante la doctrina sobre los mismos, que viene a resumirse así: -Tenemos ángeles que nos asisten, enseñan y encaminan en las tribulaciones y trabajos. –Ellos nos ven aun cuando nosotros no los veamos, por tanto, “no te atrevas a hacer en presencia suya lo que en público no hicieras, ni dejes de obrar en el servicio del Señor lo que ellos hacen y de ti quieren. –Por último, frecuentar su trato y estar atentos a sus llamamientos, avisos e inspiraciones.
Dice que la Virgen no habló hasta el año y medio de nacer, cosa admirable puesto “que pudo hablar en naciendo”. “Orden fue del Altísimo que nuestra niña y Señora guardase este silencio por el tiempo que ordinariamente los otros niños no pueden hablar”. Pero, respecto a sus padres, “tanta fue la reverencia en que los tenía, que jamás faltó un punto en ella, ni en obedecerlos; ni les dio molestia ni pena alguna, porque conocía sus pensamientos y prevenía la obediencia”.
“Es la pena del amor tan dulce y apetecible, que cuanto mayor causa tiene tanto más desea, quien la padece, que le hablen de quien ama, pretendiendo curar la herida con renovarla. Y este suavísimo engaño entretiene al alma entre una penosa vida y una dulce muerte.” “Esto le sucedía a la niña María con sus ángeles, que ella les hablaba de su amado y ellos le respondían.”
“El que recibe más, se debe reputar por el más pobre, porque su deuda es mayor”.
“El hablar sin medida y peso es un cuchillo de dos filos que hiere al que habla y juntamente al que oye, y entrambos destruyen la caridad, o la impiden con todas las virtudes”. “El medio prudente de hablar lo necesario se halla más cerca de callar mucho que de hablar demasiado.” 
A los 18 meses empieza a hablar, tras un encendido coloquio con el Señor. “Y la declaró que ya era tiempo de ejercitar todos los sentidos, y que convenía que hablase con las criaturas humanas.” ¡Cómo ilustra, en el n. 395, la importancia de decir “fiat mihi”(Lc. 1,38)!  
“La primera palabra habló con sus padres san Joaquín y santa Ana, pidiéndoles la bendijesen... Oyéronla los dos santos dichosos, y juntamente vieron que comenzaba a andar por sí sola.” “y en el año y medio siguiente hasta cumplir los tres, en que fue al templo, fueron muy pocas palabras las que habló” salvo cuando su madre se ponía a coloquiar con ella sobre Dios y sus misterios.
En esos 18 meses hasta los tres años, se ejercitó en las tareas más humildes de la casa. “No era muy rica la casa de Joaquín, pero tampoco era pobre; y conforme al honrado porte de su familia, deseaba santa Ana aliñar a su hija santísima con el vestido mejor que pudiese... pidió con humildad a su madre no le pusiese vestido costoso ni de alguna gala... y que fuera de color pardo ceniza, cual es el que hoy usan las religiosas de santa Clara... semejante a los hábitos de devoción que visten a los niños”.
“En llegando a los dos años, comenzó a señalarse mucho en el afecto y caridad con los pobres.” “Daba al pobre limosna, no como quien hacía en beneficio de gracia, sino como quien pagaba de justicia la deuda.”
“No fue menos admirable la humildad y obediencia de la santísima niña en dejarse enseñar a leer y otras cosas, como es natural en aquella tierna edad. Hiciéronlo así sus santos padres, enseñándola a leer y otras cosas.”
“La buena crianza y doctrina de la niñez hace mucho para después, y que la criatura se halle más libre y habituada a la virtud, comenzando desde el puerto de la razón a seguir este norte verdadero y seguro.” 

Libro II

Sor María Jesús de Ágreda -La Dama Azul'

Comienza este libro haciendo una brillante comparación de la Virgen María con el Arca del estamento. “Por esto ordenó el mismo autor de esta maravilla que María santísima fuese colocada en su casa y templo, cumplidos los tres años de su felicísima natividad... Fue trasladada de casa de su padre Joaquín, en los brazos humildes de su madre Ana... desde Nazaret, acompañados de algunos deudos, para depositarla en el templo santo de Jerusalén... Iba esta humilde procesión muy sola de criaturas terrenas y sin alguna visible ostentación.”
“Llegaron al templo santo, y la bienaventurada Ana la llevó de la mano, asistiéndolas particularmente el santo Joaquín; y todos tres hicieron devota y fervorosa oración al Señor... y fueron al sacerdote y le entregaron los padres a su hija y niña María, y el sacerdote le dio su bendición; y juntos todos la llevaron a un cuarto, donde estaba el colegio de las doncellas que se criaban en recogimiento y santas costumbres, mientras llegaban a la edad de tomar estado de matrimonio; y especialmente se recogían allí las primogénitas del tribu real de Judá y del tribu sacerdotal de Leví”.
El número 423 no tiene desperdicio, e igual el siguiente.
“La mayor dicha que puede venirle en esta vida mortal a un alma es que la traiga el Altísimo a su casa y la consagre toda a su servicio.”
Anota cuál sería el inicio de la vida religiosa femenina en el n. 433: “tu deseo se cumplirá en otras muchas doncellas que, en el tiempo venidero de la ley de la gracia, por seguirte y servirme harán los mismos votos viviendo juntas en congregación, y serás madre de muchas hijas.”
Cosa extraña la del n. 441, cuando escribe que la Virgen le dijo que “jamás miré el rostro de hombre alguno, ni de mi esposo José, ni de los mismos ángeles, cuando en forma humana se me aparecían”. Supongo que “ver el rostro” significa para ella otra cosa.
“Toda la ruina o remedio de las almas consiste en el uso de su libertad”. “No es amor loable el que no cela cualquier disgusto de la persona que ama”. “Nunca discurras contigo lo que has de obrar y sólo piensa cómo ejecutarás lo que te mandaren”. ”La pobreza voluntaria restituye a la criatura a su generosa condición y la alivia de vilísima servidumbre y la pone en libertad ingenua en que fue criada para señora de todas las cosas.” ¡Bellísimo párrafo el del n. 455! “Lo mucho debes renunciarlo por superfluo y... lo poco también se debe estimar poco, porque será mayor error embarazar el corazón con lo que nada vale y estorba mucho”.
“Muertos los sentidos, fácil es el vencimiento de los enemigos... porque los pensamientos no reviven ni se despiertan si no les entran especies e imágenes por los sentidos exteriores que los fomenten”. “No apetezcas lo que no has de conseguir ni trabajes por lo que no debes apetecer”.
La niña María, en el templo, se acostaba a las 8 de la noche y se levantaba al alba para orar hasta las 9 de la mañana. El resto del día, ocupada en labores y en la enseñanza. Era tan dócil en servir y respetar a todas las doncellas que vivían en el templo, que a todas robaba el corazón y a todas obedecía como si cada una fuera su maestra.
“Un descuido voluntario en una imperfección dispone y abre camino para otra, y éstas para los pecados veniales, y ellos para los mortales, y de un abismo en otro se llega al profundo y al desprecio de todo mal”.
“Es la virtud un hábito que adorna y ennoblece la potencia racional de la criatura y la inclina a la buena operación... Un acto no es virtud, porque son necesarios muchos repetidos para adquirirla...” Por otro lado, hay una virtud natural, llamada sindéresis, sobre la que se asientan las virtudes infusas y adquiridas.
El capítulo 6, dedicado a exponer la fe que tenía la Virgen María. Y la excelencia de la misma en boca de la Reina del Cielo.
En los siguientes capítulos habla de las demás virtudes .
El capítulo 9 habla de la prudencia, de la que dice la forman algunas partes, por ejemplo, la memoria; otra es la inteligencia; la tercera se llama providencia u ordenación de lo presente a lo futuro. Luego habla de la razón prudencial o raciocinación; de la solercia o advertencia y, por último, de la cautela. Y, luego, aplicando la prudencia a los diversos campos de acción, la divide en prudencia “enárquica” o gobierno de sí, “poliárquica” o gobierno de muchos, “regnativa” que enseña a gobernar los reinos, “política” o gobierno de las ciudades, “económica” o gobiérno doméstico, y “militar”.
Dice que a la prudencia se le atribuyen otros “adminículos” que son como instrumentos. Así, la “synesis” para tener un sano juicio, la “ebulia” para formarse un buen consejo, la “gnome” para saber salirse de reglas comunes y la “epiqueya” para el juicio de algunos casos de leyes ordinarias que se derivan de otras superiores. “El no alcanzar todas las reglas de la prudencia, no es culpable en la criatura; pero el ser negligente en adquirirlas, para estar advertida en todo como se debe, ésta es grave culpa y causa de muchos engaños y errores en sus obras.”
En el capítulo 10 habla de la virtud de la justicia, de la que nacen las virtudes de “religión” y de “piedad” u observancia, y de ésta “ponen los doctores la “dulía” y la “obediencia”. Y también nacen de la verdadera justicia la “gratitud”, la “veracidad”, la “vindicación”, la “liberalidad” y la “afabilidad”.
En el capítulo 11 habla de la “fortaleza”, y en el 12 de la “templanza”. De la fortaleza nace la paciencia, la magnanimidad y la magnificencia. Junto a la templanza nacen la abstinencia, la sobriedad, la castidad, la clemencia, la modestia y la humildad.
En el capítulo 13 habla de los siete dones del Espíritu Santo... que “son la emanación por donde la divinidad se comunica y transfiere a las almas santas... Levantan a las mismas virtudes a una sublime perfección, ornato y hermosura...”
“No todos los justos y santos tienen forzosamente visiones ni revelaciones divinas... la voluntad divina las concede a quien es servido y cuando conviene... el don de la profecía y otros puede concederlos a los que no son santos...” Águeda distingue varias visiones: “la primera y sobreexcelente fue la visión beatífica de la esencia divina”... “El segundo modo y forma de visiones fue abstractivo, que es muy diferente y muy inferior al intuitivo”... “El tercer género de visones o revelaciones divinas fueron intelectuales”...”El cuarto lugar tienen las visiones imaginarias que se hacen por especies sensitivas causadas o movidas en la imaginación o fantasía”... “El último y quinto grado de viosiones es el que se percibe por los sentidos corporales exteriores, que por eso se llaman corpóreas”...
“Admirable es el amor, fidelidad y cuidado de los espíritus angélicos en asistir a las necesidades de los mortales; y muy aborrecible es el olvido, ingratitud y grosería de parte de los mismos hombres en reconocer esta deuda”.
“En los tiernos años de su infancia, que ya era manifiesta su capacidad para leer las Escrituras, leía muy de ordinario en ellas las profecías de Isaías y Jeremías y los salmos...”
Seis meses después de que nuestra Reina entrara a vivir en el templo, murió su padre Joaquín asistido por los ángeles que su hija le enviara, estando presente su esposa santa Ana... y su alma santísima fue llevada por los ángeles al limbo de los santos padres y justos... a los que dio aviso de cómo amanecía ya el día de eterna luz... Tenía el santo patriarca sesenta y nueve años.
“Todos los bienes se estiman según el aprecio que de ellos hacen las criaturas, y en tanto los aprecian, en cuanto conocen ser bienes; pero como sólo uno es el verdadero bien, y los demás fingidos y aparentes, sólo este sumo bien debe ser apreciado y conocido”.
Es interesante el capítulo 18, porque refleja la posible situación en la que puede verse envuelta un alma buena en medio de compañeras de vida común, como dice que le sucedió al Virgen con las suyas del templo. Y es práctico por la forma en cómo se han de vencer los ataques de la incomprensión y la envidia.
Dice en el capítulo 19 que “la ausencia con que estaba escondido de la divina Esposa duró diez años”... “comenzó esta ausencia ocho días antes de la muerte de su padre san Joaquín”...hasta la muerte de su madre santa Ana, a la que asistió, llevada por los ángeles, la Virgen María... Dice que santa Ana tenía 56 años cuando murió.
“La mayor ciencia de la criatura es dejarse toda en manos del Criador, que sabe para qué la formó y cómo la ha de gobernar”.
“La lección de la mayor sabiduría de las almas consiste en alcanzar el conocimiento de la cruz por el amor de los trabajos y la imitación en padecerlos”... “Examínate y remírate siempre con qué pensamientos, qué acciones y en qué ocasiones puedes ofender o agradar más a tu amado, para que conozcas aquello que debes en ti reformar o codiciar. Y cualquier desorden, por pequeño que sea, o lo que fuere menos puro y perfecto, cercénalo y apártalo luego, aunque parezca lícito y de algún provecho; porque todo lo que no agrada más al Señor debes juzgar por malo, o por inútil para ti; y ninguna imperfección te parezca pequeña si a Dios le desagrada”.
“A los trece años y medio, estando ya en esta edad muy crecidita nuestra hermosísima princesa María purísima... habló Dios en sueños al sumo sacerdote, que era el santo Simeón, y le mandó que dispusiese cómo dar estado de casada a María hija de Joaquín y Ana de Nazaret...”
“Determinaron para esto un día señalado, en que todos los varones libres y solteros del linaje de David que estaban en Jerusalén se juntasen en el templo; y vino a ser aquel día el mismo en que la Princesa del cielo cumplía catorce años.”
“Entre los demás fue llamado José, natural de Nazaret y morador de la misma ciudad santa, porque era uno del linaje real de David. Era entonces de edad de treinta y tres años, de persona bien dispuesta y agradable rostro, pero de incomparable modestia y gravedad; y sobre todo era castísimo de obras y pensamientos, con inclinaciones santísimas, y que desde doce años de edad tenía hecho voto de castidad; era deudo de la Virgen María en tercer grado...”
“Estando todos los congregados en oración se vio florecer la vara sola que tenía José... Con la señal del cielo los sacerdotes dieron a san José por esposo elegido  del mismo Dios para la doncella María... que... apareció en presencia de todos con un semblante más que de ángel de incomparable hermosura, honestidad y gracia; y los sacerdotes la desposaron con el más casto y santo de los varones, José”.
“Despidióse del templo... y acompañándola algunos ministros de los que servían al templo en las cosas temporales... con su mismo esposo José caminaron a Nazaret, patria natural de los dos felicísimos desposados.”
“Llegando a su lugar de Nazaret, donde la Princesa del cielo tenía la hacienda y casas de sus dichosos padres, fueron recibidos y visitados de todos los amigos y parientes con el regocijo y aplauso que en tales ocasiones se acostumbre... y quedaron libres y desocupados los dos santos esposos José y María en su casa...”
“... Luego distribuyeron la hacienda heredada de san Joaquín y santa Ana, padres de la santísima Señora; y una parte ofreció al templo donde había estado, otra se aplicó a los pobres y la tercera quedó a cuenta del santo esposo José para que la gobernase...”
“En sus primeros años había deprendido san José el oficio de carpintero por más honesto y acomodado para adquirir el sustento de la vida... y preguntóle a la santísima esposa si gustaría que ejercitase aquel oficio para servirla y granjear algo para los pobres; pues era forzoso trabajar y no vivir ocioso. Aprobólo la Virgen prudentísima, advirtiendo a san José que el Señor no los quería ricos, sino pobres y amadores de los pobres y para su amparo en lo que su caudal se extendiese.”
“Con estos divinos apoyos se fundó la casa y matrimonio de María santísima y de José; y desde 8 de septiembre, que se hizo desposorio, hasta 25 de marzo siguiente, que sucedió la encarnación del Verbo divino... vivieron los dos esposos... y la divina Señora ordenó las cosas de su persona y las de su casa.”
“Esto mismo haría el Señor con todas las criaturas si de su parte correspondiesen, pero culpan al estado del matrimonio engañándose a sí mismas; porque el impedimento para no ser perfectas y santas no es el estado, sino los cuidados y solicitud vana y superflua a que se entregan, olvidando el gusto del Señor y buscando y anteponiendo el suyo propio.”
El capítulo 23 y 24, con que acaba el libro II, es una joya, que podría atribuirse a toda esposa o “mujer fuerte”, según la descripción salomónica.   

Libro III


María de Ágreda con la Virgen. Jesús y los ángeles.
“Seis meses y diecisiete días pasaron de su desposorio hasta la encarnación del Verbo”.
“Si un hermano tuyo ofendiera gravemente a tu padre natural, no fueras tú hija agradecida y leal de tu padre, ni hermana verdadera de tu hermano, si no te dolieras de la ofensa y lloraras como propia la ruina, porque al padre se debe toda reverencia y al hermano debes el amor como a ti misma...”
“Pero todas las obras de Dios ad extra, fuera del misterio de la encarnación, aunque son grandes, estupendas y admirables, y más admirables que comprensibles, no son más de una pequeña centella despedida del inmenso abismo de la divinidad”.
“... no te engañes con pretexto de humillarte, porque hay mucha diferencia entre la humildad agradecida y la ingratitud humillada con engaño...”
“... si esta ciencia alcanzaran los mortales que tienen luz de fe, por solo este agrado del Altísimo debían no sólo no pecar, pero hacer grandes obras hasta morir, por servir y amar a quien tan liberal es en premiar, regalar y favorecer...”
“... no es digna esposa del Altísimo la que tiene amor interesado y servil... No tiene descargo el desamor de los hombres en medio de tantos motivos e incentivos, ni su ingratitud admite disculpa a vista de tantos beneficios y estándolos recibiendo sin medida.”
“Era la divina Señora en esta ocasión –de la encarnación del Verbo- de edad de catorce años, seis meses y diecisiete días, porque cumplió los años a ocho de septiembre, y los seis meses y diecisiete días corrían desde aquél hasta éste en que se obró el mayor de los misterios que Dios obró en el mundo.”
Descripción física de la Virgen en el n. 115.
“No conocieron los mortales esta conmoción y novedad de todas las criaturas, así porque sucedió de noche, como porque el mismo Señor quiso que sólo fuese manifiesta a los ángeles... Sólo en el corazón de algunos justos infundió el Altísimo en aquella hora un nuevo movimiento e influjo de extraordinario júbilo... En las demás criaturas hubo también su renovación y mudanza... Pero quien la recibió mayor fueron los padres y santos que estaban en el limbo...”
Fecha de la encarnación y de la creación del hombre, en el número 138.
“... todo lo sustancial de este divino misterio, como es la formación del cuerpo, creación e infusión del alma y la unión de la individua humanidad con la persona del Verbo, sucedió y se obró en un instante...”
“... esta ignorancia y torpeza – de algunos- les nace de no se disponer para adquirir y alcanzar la verdadera ciencia del Altísimo, y así merecen que se aparte de ellos la divina luz y los deje en la  posesión de sus pesadas tinieblas...”
Cosas que considera en los bienaventurados (n. 159).
Aplicación a la santísima Virgen de los dotes del alma: visión, comprensión y fruición; y del cuerpo: claridad, impasibilidad, sutileza y agilidad. (ver cap. 13).
“Y si las almas no pusiera óbice de su parte, fuera tan liberal con ellas el amor divino como lo es con algunas que se disponen, a quienes da mayor luz y noticia de su ser inmutable y con un ilapso divino y dulcísimo las transforma en sí mismo y las comunica muchos efectos de la bienaventuranza...”
“... para entrar en su presencia por la oración y deprecaciones, desnúdate de toda imagen sensible y terrena...”
“... si a la naturaleza frágil se le da rienda, ella no atiende a la razón ni a la verdadera luz del espíritu, mas olvidándolo todo sigue a ciegas el ímpetu de la pasión y ésta su deleite...”
Modos de influir el Altísimo en el alma (n. 198).
De la jornada de María santísima a visitar a santa Isabel y la entrada en casa de Zacarías, anotamos esto: ésta “distaba veintisiete leguas de Nazaret, y de Jerusalén dos leguas poco más o menos... Y gran parte del camino era áspero y fragoso... Esta jornada fue la primera peregrinación que hizo el Verbo humanado en el mundo, cuatro días después de haber entrado en él... El discurso del camino les duró cuatro días... Zacarías murió cuatro meses después que nació Cristo Señor nuestro, que serían diez después del nacimiento de su hijo san Juan...”
“Atiende con todo aprecio a las obras de virtud y perfección que conoces son del beneplácito de tu Señor, y ninguna desprecies, ni resistas, ni la dejes de emprender por más violencia que sientas en tu inclinación y flaqueza.”
El canto del “Magnificat” y su comentario en el capítulo 17.
“Aunque tengas grandes ocupaciones y cuidados, no dejes ni olvides los ejercicios espirituales y el orden de  vida perfecta, porque éste no sólo se ha de conservar y guardar en la comodidad, pero también en la mayor contradicción, dificultad y ocupaciones, porque la naturaleza imperfecta con poca ocasión se relaja”.
Sobre el quehacer de María en casa de su prima Isabel, en el capítulo 18.
“Cualquier disgusto o injuria, si alguna se hiciere sola a ti, admítela con gran aprecio, sin mover tus labios para defenderte ni querellarte, y las que fueren contra Dios repréndelas, sin mezclar tu causa con la de Su Majestad, porque para defenderte jamás has de hallar causa y para la honra de Dios siempre; pero ni para la una ni para la otra no has de moverte con ira ni enojo desordenado”.
“... Sea comiendo, trabajando, descansando, durmiendo y velando, en cualquier tiempo, lugar y ocupación, en todas adora, reverencia y mira a tu Señor grande y poderoso, que todo lo llena y lo conserva... Con las criaturas sean tus conversaciones tales que de ellas quedes siempre más fervorosa, y tú a ellas las despiertes y muevas a la humildad y amor divino...”
“Los lugares de tu habitación han de ser la divinidad del Altísimo, la humanidad de mi Hijo santísimo y el secreto de tu interior”.
Los consejos de la Virgen a su prima, que son válidos para cualquier familia cristiana (Cap. 23).
“... los sacerdotes, porque olvidados de su altísima dignidad, la ultrajan con hacerse viles y contentibles y manuales, y escandalosos muchos, dando mal ejemplo al mundo, que ocasionan con el desprecio de su santificación...”
“... con todas las personas que tratares, superiores o inferiores, de todas procures ser enseñada en el camino de la virtud y vida eterna... Procura también arrojar de ti o no admitir ningún linaje o asomo de lisonjas de criaturas y las conversaciones donde las puedas oír, porque esta fascinación oscurece la luz y pervierte el sentido inadvertido...”
“El mayor impedimento para llegar a este grado de perfección es admitir afectos o inclinaciones particulares a cosas terrenas, porque éstas hacen indigna al alma de que el Señor la elija para sus delicias y la manifieste su voluntad.”
“... las almas fieles... no debían de hacer diferencia de tiempos, ni lugares ni ocupaciones; porque Dios está presente en todas las cosas y las llena de su ser infinito, y en cualquiera lugar y ocasión se halla la fe para adorarle y reconocerle en espíritu y verdad.”
“... el Todopoderoso no quiere obres tú con ruido, ni que los efectos de tu trabajo se manifiesten, sino que sean ocultos, que en esto se mide a tu natural encogimiento y deseo y quiere en ti lo más seguro.”
“...los hombres están tan entregados a lo terreno, animal y sensible, que no saben sentir otras heridas más de las que tocan al sentido animal; todo lo demás interior no les ofende en su estimación... y por eso el peligro es tanto más cierto cuanto es menos manifiesto, y las heridas tanto más mortales cuanto menos sensibles, imperceptibles y menos sentidas.”
El capítulo 27 lo dedica a cómo superó la Virgen las tentaciones de los siete pecados capitales.
“Sea para ti regla inviolable, que en las tentaciones no atiendas a lo que te proponen, ni escuches ni discurras sobre ello. Y si pusieres sacudirte y alejarte de manera que no lo percibas, ni conozcas su mala condición, esto será lo más seguro.”
“... son injustos poseedores de los títulos honrosos y potestad suprema que les da la Iglesia, si no la ayudan y defienden y solicitan con sus riquezas que no se malogre la sangre de Cristo nuestro Señor, pues en esto se diferencian los príncipes cristianos de los infieles.”
“... no se ha de contentar el amor con solos afectos sin dar otro fruto, porque sólo el deseo que nada cuesta al alma no es prueba suficiente de su amor, ni de la estimación que hace del bien que dice aprecia y ama. La fortaleza y constancia en el padecer con dilatado y magnánimo corazón en las tribulaciones, éstos son los signos del verdadero amor.”


Libro IV


San José
“Del divino preñado de la Princesa del cielo corría ya el quinto mes cuando el castísimo José, esposo suyo, había comenzado a tener algún reparo en la disposición y crecimiento de su vientre virginal...”
“Juntóse a esta causa la certeza de que no tenía parte en el preñado que conocía por sus ojos, y que la deshonra era por esto inevitable, cuando se llegase a saber.”
“Apeló de sus penas el santo esposo José para el tribunal del Señor, por medio de la oración...”
“Por esto le importa tanto a la criatura racional dejarse encaminar de la mano del Señor, entregándose toda a su disposición divina; porque los hombres mortales ignoran sus caminos y el fin que por ellos han de tener, y no pueden por si mismos hacer elección con su insipiencia, si no es con grande temeridad y peligro de su perdición.”
“Aprende también con esto a no disculparte jamás, aunque más inocente te halles, en lo que te imputan. Obliga al Señor, fiándolo de su amor. Pon por su cuenta tu crédito; y en el ínterin vence con paciencia, humildad y con obras y palabras blandas a quien te ofendiere... Jamás de nadie juzgues mal, aunque veas a los ojos indicios que te muevan; que la caridad perfecta y sencilla te enseñará a dar salida prudente a todo y deshacer las culpas ajenas.”
“... el mayor impedimento y óbice que indispone para que las almas no tengan muy familiar trato y comunicación con Dios y sus ángeles, son los pecados, aunque sean leves, y aun las imperfecciones de nuestras operaciones.”
“... para recibir el alma los favores ocultos del Señor no sólo se requiere que esté sin culpa y que tenga merecimientos y gracia, sino que tenga también quietud y tranquilidad de paz...”
“... la inhumana perversidad que tienen los hombres en tratarse los unos a los otros sin caridad y humildad... concurren tres pecados... El primero es que, conociendo los hombres cómo todos son hijos de un Padre que está en los cielos... lo olviden. Lo segundo es que... no procuren reconciliarse entre si mismos. Lo tercero, que piden la venganza de su hermano y no se dan por satisfechos con aquello que se contenta el supremo Señor para perdonarlos.”
“La humilde pero dichosa casa de José estaba distribuida en tres aposentos, en que casi toda ella se resolvía, para la ordinaria habitación de los esposos; porque no tuvieron criado ni criada alguna. En un aposento dormía san José, en otro trabajaba y tenía los instrumentos de su oficio de carpintero, en el tercero asistía de ordinario y dormía la Reina de los cielos, y en él tenía para esto una tarima hecha por mano de san José... y en ella tenía dos mantas entre las cuales se recogía para tomar algún breve y santo sueño... y este orden guardaron desde el principio que se desposaron y vinieron a su casa.”
“Nunca san José vio dormir a la divina esposa, ni supo con experiencia si dormía, aunque lo suplicaba el santo para que tomase algún alivio, y más en el tiempo de su sagrado preñado.”
“Su vestido –de la Virgen- era una túnica o camisa de tela como algodón, más suave que el paño común y ordinario. Y esta túnica jamás se la mudó después que salió del templo, ni se envejeció, ni manchó, ni la vio persona alguna, ni san José supo si la traía, porque sólo vio el vestido exterior que a todos los demás era manifiesto. Este vestido era de color de ceniza...”
“La comida era parvísima y limitada, pero cada día, y con el mismo santo, y nunca comió carne, aunque él la comiese y ella la aderezase. Su sustento era fruta, pescado, y lo ordinario pan y yerbas cocidas, pero de todo tomaba en medida y peso, sólo aquello que pedía precisamente el alimento de la naturaleza y el calor natural, sin que sobrase cosa alguna que pasase a exceso y corrupción dañosa; y lo mismo era de la bebida...”
“Nunca pierdas ocasión de hacer las obras humildes, ni consientas que nadie te las estorbe, y si te faltaren ocasiones de humillarte o no las tuvieres tan frecuentes, búscalas y pídelas a Dios que te las dé, porque gusta Su Majestad de ver esta solicitud y competencia en lo que tanto desea.”
“Sucedía también no pocas veces que la divina Señora y su esposo san José se hallaban pobres y destituidos del socorro necesario para la vida, porque con los pobres eran liberalísimos de lo que tenían, y nunca eran solícitos, como los hijos de este siglo, en prevenir la comida y el vestido con las diligencias anticipadas de la desconfiada codicia.”
“Y aunque trabajaban de sus manos... jamás pedían precio por la obra, ni decían: esto vale o me habéis de dar; porque hacía las obras no por interés, sino por obediencia o caridad de quien las pedía y dejaban en su mano que les diese algún retorno, recibiéndolo no tanto por precio y paga como por limosna graciosa... Si los hombres se gobernasen con esta ciencia, a nadie faltaría la asistencia del Señor, como de Padre verdadero, y no fuera de escándalo al pobre la necesidad, ni al rico la prosperidad.”
Sobre el culto divino y el decoro de los ornamentos sagrados, ver los n. 445-447.
“Previnieron lo necesario para el viaje –a Belén- que fue jornada de cinco días.”
“A los enfermos, afligidos y necesitados consolaba por el camino, sólo con orar por ellos y pedir a su Hijo santísimo el remedio de sus trabajos y necesidades...”
“... llegaron nuestros peregrinos, María santísima y José, a la ciudad de Belén el quinto día de su jornada a las cuatro de la tarde, sábado...”
“Sed perfectos, como lo es vuestro Padre celestial. Esta voluntad del Altísimo que propone a su Iglesia santa no es imposible a sus hijos, y si ellos de su parte se disponen, a ninguno le negará esta gracia...”
“... dio al mundo la eminentísima Señora al Unigénito del Padre y suyo y nuestro Salvador Jesús, Dios y hombre verdadero, a la hora de media noche, día de domingo, y el año de la creación del mundo, que la Iglesia romana enseña, de cinco mil ciento noventa y nueve; que esta cuenta se me ha declarado es la cierta y verdadera...”
“Nació, pues, el niño Dios del tálamo virginal solo y sin otra cosa material o corporal que el acompañase, pero salió glorioso y transfigurado...”
“Habiendo celebrado los cortesanos del cielo en el portal de Belén el nacimiento de su Dios humanado y nuestro Reparador, fueron luego despachados algunos de ellos por el mismo Señor a diversas partes, para que evangelizasen las dichosas nuevas a los que según la divina voluntad estaban dispuestos para oírlas.”
“El que es magnánimo y verdaderamente grande no se paga de la vanidad, ni sabe apetecer lo que es tan vil, ni le puede satisfacer lo falaz y aparente.”
“Cuando la divina Madre juzgó que ya era tiempo de darle el pecho, con humilde reverencia pidió licencia a su mismo Hijo, porque si bien le debía alimentar como a Hijo y hombre verdadero, le miraba juntamente como a verdadero Dios y Señor...”
“... Dios está en todo lugar por presencia, esencia y potencia de su divinidad, y le son patentes todos tus pensamientos, tus deseos y gemidos, sin que ninguno se le oculte...”
 “... has de ser ángel en la prontitud, ferviente en el celo, puntual en las ocasiones y de todo punto has de morir a lo terreno, soltando y quebrantando las prisiones de las inclinaciones humanas, para levantar el vuelo a donde el Señor te llama.”
“El gobierno y modo que guardaba la gran Reina del Cielo en alimentar a su niño Jesús, era dándole su virginal leche tres veces al día.”
En cuanto a las caricias de su Hijo, dice que “lo más ordinario era reclinarse amorosamente en el pecho de la purísima Madre y otras en el hombro, cogiéndole con sus bracitos divinos el cuello”.
“No comió el niño Dios cosa alguna mientras recibió el pecho virginal de su Madre santísima, porque sólo con la leche se alimentó, y ésta era tan suave, dulce y sustancial, como engendrada en cuerpo tan puro, perfecto y de complexión acendradísima, y medida con calidades sin desorden ni desigauldad.”
“Por estos precipicios que ofrece la vida humana te advierto que ninguna cosa visible, aunque sea necesaria y al parecer muy justa, ni la apetezcas ni la busques.”
“Los tres Reyes magos que vinieron en busca del niño Dios recién nacido eran naturales de la Persia, Arabia y Sabbá, partes orientales de Palestina.”
“... toda la perfección de la vida cristiana se ha de fundar en las verdades católicas y en el conocimiento de ellas constante y firme, como lo enseña la santa fe de la Iglesia.”
“Los pobres del Señor, tanto número como hay, experimentan bien y testifican cuán cruel y avarienta se ha hecho la naturaleza humana, pues con haber tantos necesitados, son tan pocos los remediados de los ricos.” 

Cuerpo incorrupto de María de Ágreda

Alfonso Gil González
 
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